Según publica la revista científica Environmental Pollution, con el tiempo, se ha demostrado que son contaminantes muy persistentes en el medio ambiente, que se acumulan y que pueden tener efectos nocivos sobre los organismos y las personas.
El trabajo ha contado con la participación del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua y de la Estación Biológica de Doñana (ambos del CSIC) y, según ha explicado el director científico del Loro Parque Fundación, Javier Almunia, esta entidad ha colaborado con la financiación de este proyecto, cuyos resultados suponen una "señal de alarma" sobre los efectos que estos contaminantes tienen en los cetáceos.
Almunia ha explicado que por ahora se conoce que la concentración de estos contaminantes producen alteraciones metabólicas en los cetáceos pero se requiere un estudio más a largo plazo para saber si tienen consecuencias directa en la especie.
Ha agregado que llegar a determinar este hecho es muy complejo porque se requerirían muchos varamientos pero ha indicado que los resultados de este estudio, que se realizó sobre 67 delfines en el sur del Meditérraneo, es preocupante.
Almunia ha recordado que la Fundación Loro Parque lleva años estudiando los recursos marinos en el Estrecho de Gibraltar, donde hay una gran biodiversidad de cetáceos.
En el estudio, los investigadores demuestran que tres especies de cetáceos, delfín común, calderón común y delfín mular, con diferentes áreas de distribución y costumbres de alimentación, acumulan y biomagnifican retardantes de llama.
El estudio demuestra que los cetáceos que están en la parte más elevada de la cadena trófica (o cadena alimentaria), acumulan mayores niveles de estos contaminantes.
La investigadora del CSIC Ethel Eljarrat, coordinadora del estudio, explica en una nota que la biomagnificación supone que los niveles de contaminantes son mayores en los organismos que están en niveles más altos de la cadena trófica porque ingieren y acumulan en su organismo los contaminantes de sus presas.
El trabajo demuestra que hay una relación directa entre mayores niveles tróficos y mayores concentraciones de retardantes de llama y según los científicos, lo más interesante es que la biomagnificación se da tanto para los clásicos y hoy prohibidos PBDE, como para sus sustitutos, los decloranos.
Los delfines analizados en este estudio ocupan posiciones diferentes en la cadena trófica.
El delfín mular, en la posición más elevada, es precisamente el que tiene mayores concentraciones de estos contaminantes.
"En casi el 20 por ciento de las muestras analizadas, se encontraron mayores que los límites establecidos, por ejemplo, para focas, por encima de los cuales se observan efectos de disrupción endocrina, concretamente en la hormona tiroidea", dice Renaud de Stephanis, coautor del estudio.
"Esto indica que estos contaminantes son un serio problema para animales que se encuentran en los niveles superiores de las cadenas tróficas, como es el caso de los delfines y de los humanos", añade el especialista.
El estudio también demuestra que, pese a su prohibición en Europa en el año 2004, los antiguos retardantes de llama siguen estando presentes en el medio ambiente y que los alternativos, los decloranos, son igual de persistentes que los primeros.
Además, aunque todavía no se conocen sus efectos toxicológicos, algunos estudios apuntan que los decloranos también podrían ser disruptores endocrinos y genotóxicos.