Según esta tendencia, se alcanzarán los 8.000 millones en el año 2023 y, en 2056, la población humana llegará a los 10.000 millones, cinco veces más que en el año 1927. A pesar de que la tasa anual de crecimiento está disminuyendo desde los años 50 del siglo pasado, la enorme inercia de una población joven (con una edad media de 30 años) hace que la tendencia al alza no se modifique.
Asia es el continente más poblado del planeta, con 4.478 millones de habitantes y una densidad de 144 personas por kilómetro cuadrado, seguido por África con 1.246 millones y Europa con 739. Las densidades poblacionales en Europa y América no superan las 30 personas por kilómetro cuadrado, y aun así la enorme cantidad de infraestructuras y el uso agrícola han fragmentado y reducido los hábitats naturales. La enorme presión de una población creciente está expulsando a los animales de sus hábitats. Así, se estima que podrían haber existido en África más de 29 millones de elefantes antes de que llegaran los europeos.
Ya en 1935 esa población original se había reducido hasta los 10 millones, y en la última estimación realizada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (en 2012) se indicó que no quedaban más de 440.000. Esta misma situación la han vivido las ballenas azules, cuya población en la Antártida pasó de 340.000 a poco más de 1.000 en menos de 100 años. Afortunadamente, la población de ballenas se recupera lentamente gracias a la protección internacional, aunque otros cetáceos como la vaquita en México no han tenido tanta suerte y están al borde de la extinción con menos de 50 ejemplares.