Pasadas las 22 horas, la sardina llegaba al muelle pesquero cortejada muy de cerca por todas las viudas que escenificaron en el trayecto su congoja entre gritos y sollozos, con grandes muestras de dolor, su duelo inconsolable ante la muerte de unos de los personajes más queridos de la fiesta y ante la mirada de miles de personas que se congregaron en un entorno del muelle pesquero abarrotado.
En todo el recorrido fueron centenares las escenas de las plañideras que pusieron los pelos de punta a las miles de personas que no dejaron de inmortalizar los momentos de gran pesadumbre del cortejo, gestos de profunda tristeza y desazón de las viudas, ataviadas de riguroso luto, ante la desaparición de la Sardina, unos sentimientos que se convirtieron, tras los fuegos artificiales, en jolgorio y fiesta en la Noche del Carnaval que, en el entorno de la calle Perdomo y en la plaza del Charco, se celebró a continuación.