Como si de lienzo se tratara, la pieza perfila la muerte lenta e invisible que provocan los plaguicidas, mostrando su trayectoria mortífera y azarosa. A través de la poética del cuerpo, la instalación y el video se realiza una denuncia social contra la violencia soterrada y mutiladora que sigilosamente va quebrando los cuerpos de las jornaleras.

Primavera Silenciosa persigue visibilizar el menoscabo de los derechos básicos de la mujer rural en la agricultura intensiva y el consiguiente deterioro de sus salud, dando voz a las jornaleras del campo y mostrando la violencia sigilosa que los plaguicidas han ejercido contra ellas; a través de un documental etnográfico que muestra el uso y abuso de los plaguicidas desde los años 60.

Aunque Primavera silenciosa se interna en las condiciones de trabajo de las jornaleras del campo, la crítica, siendo un valor necesario de la pieza, no es sin embargo lo más importante, ya que el punto de tensión está en la yuxtaposición entre la resilencia de los relatos de las jornaleras y la acción poética misma, que funciona como motor de contradicción.