La Ermita de Santa Ana está catalogada como Bien de Interés Cultural, siendo su portada de piedra negra su característica más remarcable. La actuación se realizó con el objetivo de proteger el monumento de la agresiva vegetación existente, y dotar a la Ermita de un entorno adecuado, sin modificar la misma en modo alguno.
Para la pavimentación se utilizó piedra de cantería gris, adoquín de pórfido rojo, adoquín de hormigón, gabro Flameado y basalto cizallado.
La reparación del muro requirió la retirada de tres grandes árboles existentes, de la especie Eucaliptos, que dañaban la estabilidad del mismo, además de provocar grietas y levantamiento del terreno. Se procedió además a la reconstrucción del muro en los puntos en los que se encontraba muy dañado.
Asimismo, la plaza dispone ahora de una red de riego y recogida de aguas pluviales, además de nuevas zonas ajardinadas, con vegetación no agresiva y alumbrado público, que realza la fachada del edificio.
Las obras se adjudicaron a la empresa Iniciativas para la Construcción y Obra Civil, que culminó los trabajos en un plazo de ejecución de 8 meses, con un presupuesto general de 253.199,04 euros.