Esta iniciativa, impulsada por el Cabildo de Tenerife a través de la Empresa Insular de Artesanía, forma parte de los esfuerzos por divulgar y preservar el rico patrimonio cultural de la isla, en especial en lo que respecta a sus oficios artesanales más representativos.
Antonio Rodríguez, calador natural de Los Realejos y profundo conocedor de esta técnica, ha guiado a los participantes en un recorrido tanto teórico como práctico. El taller, de 10 horas de duración repartidas en dos jornadas, comenzó con una introducción sobre el origen, la evolución y el valor etnográfico de la roseta, para luego adentrarse en la parte práctica: desde la preparación del soporte hasta la ejecución de los distintos puntos y diseños característicos de este arte textil.
Efraín Medina, consejero insular de Empleo y Educación, destacó la importancia de esta actividad: "Poder mostrar la roseta fuera de nuestras fronteras insulares es un logro significativo, ya que nos permite establecer vínculos con otras tradiciones textiles y seguir difundiendo una técnica que forma parte de nuestra identidad cultural". Medina agradeció el compromiso y la dedicación de Antonio Rodríguez por mantener viva una de las expresiones más genuinas de la artesanía tinerfeña.
Asimismo, el consejero recordó que la roseta, junto con el calado, tuvo un notable auge a finales del siglo XIX, cuando pasó de ser una actividad doméstica a convertirse en una fuente de empleo para muchas familias, manteniéndose viva hasta hoy gracias al trabajo de artesanos como Rodríguez.
La roseta de Tenerife
Con el nombre de roseta o rosas de Tenerife, se conoce en todo el mundo por ser una modalidad de encaje caracterizada por su forma circular a modo de flor. Se trata de una de las labores de aguja más representativas de Canarias, que tuvo gran desarrollo en zonas del sur de Tenerife como Vilaflor, Arona, Granadilla o San Miguel; en otras del norte como La Orotava y otras islas.
Estos encajes lograron gran desarrollo a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII en diversas zonas de la geografía peninsular, especialmente en Salamanca, Soles de Salamanca; Cáceres Soles de Casar; Cataluña Puntos de Cataluña y en Canarias, Soles Canarios. El paso de los años hará que esta labor adquiera personalidad propia a través de la creación de modelos singulares y técnicas únicas.
Desde sus orígenes, la confección de rosetas fue labor de las mujeres, normalmente amas de casa de zonas rurales. Sin embargo, la comercialización a finales del siglo XIX hizo que comenzaran a producirse a gran escala, empleando mano de obra asalariada para la manufactura del encaje.