Además, gracias a los mayores, los pequeños pudieron conocer muchísimos aspectos de la celebración de estas fiestas en épocas antiguas, desde la importancia de la vestimenta "que se compraba para estrenar en estas ocasiones tan especiales" hasta la forma de vida y las costumbres que llevaban en las primeras décadas del pasado siglo, marcada siempre por la escasez y la falta de servicios tan esenciales como la luz o el agua en las casas.
A través de juegos y preguntas, los niños participantes en estos talleres pudieron descubrir que no siempre se utilizó el dinero para conseguir lo que se necesitaba, que existió un sistema muy usado por los abuelos que era "el trueque", un intercambio de los productos que cada cual tenía por los que necesitaba, sobre todo para alimentarse.
Entre otras muchas cosas, en estas jornadas, pudieron aprender muchos secretos sobre la elaboración del queso, la temperatura de las manos para elaborarlo (no pueden esta frías) o cómo conservarlo en un tiempo en que no existían las neveras. En esencia, a través de estos talleres se intentó inculcar unos valores y trabajar la perspectiva de género aprovechando el inmenso caudal de conocimiento y sabiduría que atesoran nuestros mayores.