Pero este año hubo más y quien quiso pudo jugar una partida de envite, disfrutar de la trilla tradicional, practicar el baile de cintas propio de El Rosario (rescatado del olvido por el historiador Marcos Reyes y su grupo de jóvenes bailadores) o degustar tapas de garbanzas, un cochino asado o la rica miel esperancera. Además, hubo taller de alfarería, de lana, muestra de mantas esperanceras, grupos folclóricos y hasta la recreación de un poblado guanche y sus ancestrales tradiciones. El alcalde de El Rosario, Escolástico Gil, el concejal de Cultura, Fidel Vázquez, y el resto de miembros de la Corporación presentes no dudaron en contagiarse de una jornada irrepetible, que cada año atrae a más público.