A pesar de la fe mostrada por los de Pellegrini, estos siempre fueron a remolque en el marcador. Pedro otorgó la primera ventaja culé, que se encargó de anular Joaquín. Piqué celebró su reciente paternidad con el segundo y Santa Cruz devolvió las esperanzas a la grada, pero Iniesta y Messi se encargaron de despertar del sueño a la afición 'boquerona'.
Tras unos primeros minutos de presión mutua sin ocasiones, una combinación desde la frontal de Xavi hacia la carrera de Dani Alves abrió la lata. El brasileño centró al área pequeña para que Pedro Rodríguez cabeceara a la red (minuto 8).
Eran los prolegómenos de un primer tiempo vertiginoso, que se aceleró con el gol del empate de Joaquín a pase del portugués Duda (minuto 11). Jugada entre extremos, pase de un zurdo desde la banda derecha a la internada del diestro jugando como media punta. El disparo ajustado del gaditano batió por bajo a Pinto.
El partido se acabaría marchando al descanso con 1-1, pero ambos equipos sumaron ocasiones para que el electrónico se hubiera movido bastante más. El mal estado del terreno de juego contribuyó, provocando resbalones e imprecisiones que propiciaban claras ocasiones como un mano a mano de Messi, tras fallo de su compatriota Demichelis. Pero incomprensiblemente el diez azulgrana no pudo batir a un gran Kameni.
El Málaga tenía también las suyas, gracias a la movilidad de un Joaquín con libertad de movimientos y no pegado a una banda como es habitual. Sin embargo, eran más claras las del Barça, que se marchó al vestuario lamentando un disparo de Iniesta desde la frontal al larguero, con Kameni ya batido.
Segunda parte azulgrana
La segunda parte empezó igual que la primera, con gol barcelonista a los pocos minutos de pitar Mateu la Hoz. De nuevo la magia de Iniesta para enviar un centro a la espalda de la defensa, que Piqué controló con el pecho y anotó de disparo raso, como un ariete puro (minuto 48).
Celebraba el defensa catalán su reciente paternidad llevándose el dedo gordo a la boca. Dedicatoria a su hijo Milan, nacido dos días antes. A diferencia de la primera parte, la reacción malaguista tardó en llegar.
Es más, casi llegó el tercero del Barça en un par de ocasiones. La más clara, una contra propiciada por la velocidad de Jordi Alba, quien envió un "pase de la muerte" a Messi, pero se lo rebañó Weligton antes de que el argentino pudiera rematar.
Pasaban los minutos y el partido tenía cada vez más color azulgrana. La Rosaleda sufría viendo a los vigentes campeones escondiendo la pelota y amenazando con contras muy veloces.
Pero la contra letal fue del Málaga, aunque después de una clara ocasión del Barça que de nuevo salvó Kameni a disparo de Messi, casi a bocajarro. Cesc se quedó tendido en el suelo por un pisotón de Weligton cuando ambos luchaban por el rechace.
Los blanquiazules continuaron la jugada y, de área a área, Seba recibió en la izquierda para ceder a Joaquín, que venía por el centro; este vio la llegada de Roque Santa Cruz por su derecha y el paraguayo la cruzó haciendo inútil de nuevo la estirada de Pinto (minuto 68).
Iniesta mata el partido
"Sí se puede", gritaba la Rosaleda. Pero quien encontró el premio a su fe resultó ser el Barça, que en una nueva combinación en la frontal desgarró la defensa del Málaga. Iniesta tiró la pared a Cesc y este se la devolvió para que el albaceteño batiera por bajo a Kameni (minuto 75).
El mejor del partido mató la eliminatoria merecidamente para su equipo, pero su compañero Messi no estaba dispuesto a irse sin su gol. Cuatro minutos después encontró un gran pase de Alves desde la derecha y le bastó con poner la cabeza para enviarla lejos de las manos del meta malaguista (minuto 79).
El Málaga tiró la toalla ante la misión imposible de hacerle tres goles al campeón. Y algo parecido le ocurrió a un relajado Barça, aunque todavía pudo hacer un gol más si Cesc hubiera acertado a batir a Kameni en otra clara ocasión. El pase fue de un Alexis que entró en el 81 por Messi, quien se fue del campo "por precaución", según el técnico Jordi Roura.
Nu hubo tiempo para más yel FC Barcelona se fue armándose de moral para afrontar un doble duelo con el eterno rival.
