El propósito de partida de ambos equipos de añadir tres significativos puntos a sus casilleros propició un intensa y acelerada fase inicial, sobre todo en la contendida parcela central del terreno de juego en la que, los tinerfeños, ejercieron un mayor control, aunque con exigua incidencia en las dos porterías.
La única mácula en la retaguardia gallega en toda esta primera parte la rectificó Lux, su cancerbero, en el minuto treinta y tres, al detener con seguridad un escorado lanzamiento de Ayoze que, por más que lo intentó, se topó siembre con la fornida pareja de centrales.
De esta manera, unos primeros cuarenta y cinco minutos en los que la viveza del juego mostrado por ambos conjuntos no arrojó, ni por asombro, los provechos deseados, todo lo contrario, los escasos acercamientos a las respectivas áreas propició una casi total inactividad de ambos cancerberos.
En la reanudación todo resultó diferente al inicio del encuentro, puesto que el dispendio físico de la primera parte causó considerables estragos, mientras que la máxima efectividad blanquiazul en el remate hizo que se desnivelara el marcador a su favor.
El zaguero Carlos Ruiz se encargó de lograr el primer gol en minuto cincuenta y siete, al rematar de cabeza con un preciso escorzo en el primer palo un lanzamiento de córner de su compañero Quique Rivero.
A partir de estos instantes el cuadro gallego se vio obligado a asumir muchos más riesgos, por lo que sus jugadores ejercieron una mayor posesión de balón, aunque con los consiguientes desajustes defensivos, de los que no supieron sacar partida los jugadores insulares.
Fue precisamente en una de situación de este tipo, cuando el cuadro gallego ya a la desesperada en su intento de empatar, llegó el segundo tanto canario, esta vez fue Suso el que después de una larga carrera asistió a Aridane, para que el delantero, libre de marca, refrendase una sufrida pero merecida victoria.