El Tenerife en esta ocasión no se heló en Soria -donde llevaba cinco derrotas en los seis partidos disputados- y arañó un empate 0-0 que le permite seguir su buena progresión.
No entró bien el Tenerife en el partido y se vio superado en el juego aéreo por su rival, que bien pudo ponerse por delante en el marcador si hubiese tenido la puntería más fina.
El extinerfeñista Natalio fue el primero en probar suerte, cuando apenas había transcurrido un minuto, con un empalme en el borde del área, que le salió mordido y centrado, a las manos de Roberto.
Del Pino ganó a los centrales insulares en un remate de cabeza que también llegó sin fuerza a las manos de Roberto y Julio Álvarez, en la mejor jugada del conjunto local, empalmó un balón centrado por Bedoya, que se perdió pegado al palo derecho, cuando tenía al guardameta visitante a su merced.
Tras estos minutos que le pudieron costar caro al Tenerife, el equipo visitante se hizo con la posesión y la iniciativa. Trianguló con criterio buscando las bandas, con Quique Rivero como canalizador, y fue llevando los nervios a la defensa rojilla, que falló más de lo debido en la salida de balón.
Ayoze dio muestras de su calidad y verticalidad en un recorte en la banda izquierda y posterior centro que no encontró rematador. Luismi Loro lo intentó sin puntería en un lanzamiento de falta directa (minuto 24) y de nuevo, en dos ocasiones (minutos 35 y 43) por la banda derecha pero le faltó encontrar rematador a sus centros.
En la reanudación, el Numancia mejoró tímidamente con los cambios, frente a un Tenerife que fue, a medida que pasaban los minutos y veía acariciar el empate, atrincherándose en su área, donde contrarrestó con éxito el juego aéreo local.
Palanca, nada más pisar el terreno de juego (minuto 60) tuvo la ocasión más clara de los numantinos, en un disparo seco desde la frontal, que le salió demasiado centrado y atajó en dos tiempos el guardameta Roberto.
Suso Santana, en un contragolpe, dio el susto a la parroquia local con un disparo que, tras tocar en un defensor, cogió una parábola para pasar por encima del larguero.
El Tenerife defendió los balones colgados del Numancia. Sergi Enrich, cuando faltaban cuatro minutos para el final, estuvo cerca del gol, tras peinar de cabeza un centro desde la izquierda de Bonilla.
