Un simplón muy cercano y abundante; uno que votó y que ya no recuerda el sepia del sobre (o lo que contenía), un aborigen con un celular (...) que hace lo que él no hará jamás. Creo.

Fuerte frío, insiste, mostrando la pantorrilla desde Santurce a Bilbao, que era copla muy tradicional en Canarias, como que la Virgen del Pilar no quería ser francesa. Otro simplón, un nini o similar, un forofo del Barça o del Madrid Real. Un canario en su jaula, un pájaro fino sin finura.

Y un poco más tarde pasa mi vecina, ya casi camarada, con su botellita de agua y me cuenta que en nochebuena su yerno mató un carnero y sobró para fin de año, porque en el salón (...) dónde duerme el todo terreno, tenemos un congelador. ¿Qué?, le digo, ¿cómo fueron esas fiestas?-. Bien, responde, bastante bien gracias a dios, mientras haya saluddddddd. Y sorbe de la citada botellita de agua, del agua que será – ya casi lo es- el gran negocio más pronto que tarde- después de que los advenedizos entregaran este bien esencial a los golfetes. Ambos duermen como troncos, me refiero a los falsos demócratas, de los dos grandes (...) partidos, partidos si, que poco se diferencian. Si se les hiciera la pregunta del por qué hay tanto paro, no sabrían responder, ya que ellos son en gran parte responsables de haber mirado sólo a sus bolsillos cuándo todos decían que "esto no puede seguir así, cualquier día da un taponazo..." Lo deciamos todos los que contemplábamos las gandolas de Maher y la fila interminable de grúas en la costa de la excelencia, mientras los apartamentos trepaban por las montañas. Y los trepas en los partidos y en las falsas empresas.

Y continuó la sinrazón. Pero corría el dinero, dice la vecina adivinando mis pensamientos, mi yerno que era de la ferralla se compró un yis cuatro por cuatro al que sólo le falta hablar. Y mi nuera una tableta que hace de todo. Y a mi nieto, el machito, le dejaron los reyes un celular con internet y puede hasta ver los partidos de fútbol. Le encanta y puede mandar los afotos hasta a Inglaterra dónde estudia su primo. La ropa de los más chicos es cara, la verdad, pero de marca ojo, y lo barato sale caro. Mi nietita quería un cachorro de perro de raza, continúa la señora, pero será para el año que viene, dios mediante, porque no tiene edad para cuidar a un bicho mimoso. Ah, y el perrito con pedigrí, por supuestísimo. Por cierto, recuerda, todo gracias a las nuevas tecnologías, como dice un pretendiente de mi nieta la mayor, que sabe de la informática, porque es muy inteligente. Con decirle que le da a un botón y sale de todo, hasta doña Letizia. El duque ya no, de momento; y bastante bien parecido que es, el pobre.

Bueno, me voy, que ya le dije que tenemos medio carnero en el congelador y no están los tiempos para desperdiciar la comida. ¿Vale?; si. Pues si sobra algo se lo doy a Cáritas; y le digo que estoy relajada con tanto polvorón y tanta sidra, y ya una no tiene la dentadura para comer turrón del duro. Así que agüita y caminar que es bueno.

Lo que debe interesarnos es que hay que prepararse para los carnavales que ya están a la vuelta de la esquina. Creo que las entradas para la final de murgas (...) están agotadas. No hay billetes. Ni fú ni fa o ni pico ni corto. Y que van a traer a uno de Cádiz como experto en chirigotas para que diga quien es la menos mala. Siempre nos gustó un peninsular para el "mejor carnaval del mundo", como Belén Esteban, Bertín o Amargo, para darle como un toque cultural. Así que recíclese, paisano, y hágase un disfraz baratito, porque lo que importa es divertirse y olvidar las penas. Después ya vendrá la semana santa que en La Laguna es una gozada con tanto esclavo y tanto capirote que no resuella. La vida.

Bueno, adiós, y manténgase fuertito; me voy a poner la comida al fuego, que ya recibí un mensaje y es de mi yerno. Chao.

Y se marcha. Cualquier coincidencia con la realidad es la realidad.