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16 Feb

Como todo el mundo sabe es nombre común en Canarias, como Hermoso, Melchior, Olarte y un largo etcétera que se encuentra en cualquier esquina, meditando sobre la insoportable levedad de la estirpe. Nada que ver con Pérez -¡que vulgaridad, por favor! – o González, Hernández, Rodríguez, Guanche (pocos quedan), Santanas y Expósitos, Jesusitos de mi vida, Ramones (muy apreciado en La Gomera), Domingos (en ese Norte) o Carmelitos en la Gran Canaria -. Ya lo dijo Pancho Guerra en los cuentos de Pepe Monagas, tal como don Eufemiano que lo citaba don Francisco Guerra con cierto miedo o respeto en su graciosa producción literaria que recomiendo sin pedir nada a cambio, aunque es un borrón disculpable. A ver si me comprenden.

Pues el enunciado de esta crónica se refiere a un médico canario, presunto vampiro, que está en boca de los expertos en deporte-dopaje, una dualidad que siempre estuvo ahí; lo que pasa es que hoy hay información para desinformar y dejar a la gente con los cascos desvanecidos, un doctor que sabía lo que sabe y hoy dice que no sabe del RH. Un crack tricontinental. Un imaginativo. Un empresario. Un caradura que saldrá impune.

Sin embargo (coma) hay que hablar de nuestro paisano – que no fuma ni Krüger - y no se me ocurre nada mejor que acudir a la apócrifa copla de los ex (¿) Sabandeños que reza: "Hay dos clases de canarios/que todos cantan en jaula..." y tal. Porque el pájaro canario con cara de tiestito ruin, sólo (...), sólo canta en jaula, encerrado. Lo que descontrola a los ornitólogos; si lo dejan suelto, en libertad, se muere de hambre porque no sabe buscarse la vida. Creo, y mi alma la quiero pa dios. De manera que regresamos, otra vez, al principio de las cosas, del folclor retrógrado, a mi queridísimo arrastre de ganado y a la polka frutera que hace muchos años que no se canta, aunque esté de palpitante (...) actualidad: véase el submundo del tomate, del que no hay noticias.

Y seguimos con otra canción bien graciosa: Cuando recibas esta carta sin razón...Eufemia..." Y tar, como diría un chicharrero derrotado por tantos días de fiesta, lo que nos (el papa lo dice en tercera persona, cual espíritu santo) da pie para elucubrar con el vicio que tengo por el mundo de las palabras, ya que si a doña Eufemia le añadimos la rayita y el ano, resulta que el orden de los factores no altera la sangre que inyecta en vena como si nada nuestro ilustre paisano. Eufemi- rayita – ano, perdón.

Resumiendo: otro canario golfete. Un médico que hizo ganar galardones a deportistas drogados. Y vamos a dejarlo ahí, ya que no conviene – ni interesa – que la saga de los Eufemianos que estuvieron de moda a finales de los años setenta del pasado siglo, el caso del Rubio, muertes y violaciones, las delaciones del patriarca que dijeron que era cadáver cuando lo sacaron de un pozo, el archivo del caso y otros vasallajes que hoy se repiten, ya casi nadie lo recuerda.

Un golfo más en el vergel. Y presunto hasta que se fugue. Pues, señoras y señores, es triste pero hay que decirlo: el canario canta en jaula, el fino, porque el del campo está casi extinguido. Y al referirse a don Eufemiano aún se pronuncia con miedo que nada tiene que ver con el respeto. Vamos a repetirlo por lo menos quinientas veces como si fuera un taller de risoterapia (...) o viceversa. A lo mejor nos reímos o lloramos, que viene siendo lo mismo, porque se llora cuándo la risa de rinde. No sé..., pero mientras escribo escucho en la radio que en una manifestación se ve una pancarta que dice: "nos mean y dicen que llueve". Y me callo, porque no encuentro nada que pueda superar a esta sabia reflexión.

Don Eufemiano. Un vástago de una familia bien estructurada, gente seria y formal. De raza, porque la sangre llama.

Juan José Dorta

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