Sin embargo, a lo largo de una temporada siempre suceden imprevistos, lesiones, expulsiones, etcétera que provocan que en cualquier momento haya que echar mano de los menos habituales y ahí es donde el entrenador, previamente, ha tenido que hacer una labor ingente para que sus reservas salgan a comerse el mundo.
En el mundo del fútbol, por ejemplo, tenemos el caso de dos técnicos antagónicos en eso de hacer grupo. Por un lado, José Mourinho, especialista en acabar con la paciencia de todo un vestuario, metiendo cizaña, poniendo siempre en el punto de mira a los que entiende que no cumplen con lo exigido por él y denostando a la cantera y, por el otro, a Pep Guardiola, un técnico que lo ha ganado todo y que nunca perdió el norte. Siempre mantuvo un equipo base, pero cuando hubo que echar mano de los suplentes, éstos siempre respondieron porque el de Santpedor nunca criticó públicamente a su plantel, ni de manera colectiva ni de manera individual.
Por supuesto, estas conductas no se demuestran ahora, como si surgieran por generación espontánea, sino que se van adquiriendo desde la base. Y en ese deporte que practican los niños donde los técnicos tienen la responsabilidad de conseguir motivar a su plantilla, desde el que es considerado el megacrack hasta el que tiene menos habilidades. Precisamente, cuando se hace grupo ni la estrellita del equipo se cabreará porque le tengan que sustituir ni el eterno suplente pasará de entrenarse con fuerza y entusiasmo durante la semana porque sabe que tarde o temprano contará con él su entrenador.
Juan Antonio Alonso Velarde