A la capital de España no la echan los 98 conspiradores del COI de ser sede olímpica. Madrid se echa así misma porque no puede presentar un informe conciso y detallado sobre el dopaje, porque la crisis económica no tiene solución real aún y porque llegamos a Argentina creyéndonos los reyes del mambo, amén de tener a una alcaldesa que parecía olvidar que no hace mucho se sufrió en esta ciudad un suceso terrible, lo del Madrid Arena, que dio la vuelta al mundo ya no sólo por los fallecimientos de unas jóvenes, sino por como lo afrontó Ana Botella, haciendo un bochornoso paripé y dejando bien a las claras que en la alcaldía había incompetentes muy bien pagados.
Seguramente, una vez se pase el shock que ha supuesto no tener los Juegos, el Partido Popular se pondrá las pilas para intentar que la legislatura acabe en este largo año y medio de la mejor manera posible e ir buscando a un cabeza de lista con mejor imagen que la señora Botella. Esta ciudad lleva demasiado tiempo paralizada pensando en el sueño olímpico y ahora toca trabajar a fondo en lo que parece menos relevante, pero que sí importa al ciudadano de a pie: el arreglo de una calle, los rebajes de los bordillos, la permanente mejora del transporte público, hacer cumplir determinadas ordenanzas municipales en relación a la contaminación acústica, la limpieza de los parques....
Nunca mejor dicho en este caso, la alcaldesa naufragó y ahora tendrá que ir despidiéndose poco a poco de esa vida de lujo oriental que heredó del 'faraón' Gallardón. Al menos tendrá tiempo para dedicarse a aprender inglés de manera relaxing en la Plaza Mayor con una cup of café con leche. Por una vez, los madrileños pecarán de no ser ecológicos y no van a reciclar a la Botella.
Juan Antonio Alonso Velarde