Evidentemente, la libertad de expresión consiste en discrepar abiertamente con quien no está acorde a nuestras ideas, pero siempre desde el respeto y tratando de ser constructivos. A diferencia de regímenes como el cubano, el iraní, el chico o el norcoreano, donde la libertad de prensa no existe ni por asomo, en España tenemos una rica diversidad y hay a quienes le gusta la SER, El País, TVE, Público o laSexta y a quienes les encanta más poder leer La Gaceta, La Razón, el Mundo, ABC, Antena 3, COPE o EsRadio, pero no por ello podemos empezar a atacar a los profesionales que trabajan en esas cosas por el único motivo de que no comulgan con nuestros ideales.
La verdad es que hay que alabar la profesionalidad de estas dos compañeras de Intereconomía Televisión, Irene Sánchez y Miriam Moreno, porque supieron mantener la sangre fría a pesar de que estaban oyendo toda clase de improperios y amenazas más o menos veladas. Y todo esto, repito, en una manifestación en la que se estaba reclamando tolerancia al Gobierno para que flexibilice la reforma laboral.
Tampoco hay que olvidar que quienes se dedicaron al innoble arte del insulto perdieron la gran oportunidad de aprovechar la plataforma mediática de Intereconomía para poner la reforma laboral de vuelta y media. Y es que hay quienes actúan desde los instintos más primitivos y consideran que antes está el ataque personal que vender el mensaje. Eso sí, los que quedan en ridículo han sido ellos, los afiliados de los sindicatos, porque el medio les ha dado cancha y ellos, en vez de aprovechar la cobertura para informar, han usado sus minutos para el insulto, la vejación y la mala educación.
Juan Antonio Alonso Velarde