Y no pretendo hacerme el cultureta o un gafapasta del intelecto e ir vendiendo el petardo mojado de que a mi me chiflan los clásicos, que no puedo vivir sin los sofistas o los aristotélicos , nada de eso. Pero si es verdad que cuando pago 20 o 30 euros por un libro lo menos que puedo pedir y hasta exigir enérgicamente es un mínimo de calidad.
Por supuesto, desde el punto de vista de las editoriales, me verán como un completo bicho raro porque, con razón, despreció un negocio de millones de euros. No se cuánto le habrán pagado a Belen Esteban por sus memorias selectivas, pero ya solo con las ventas del primer día el emporio de Lara ha recuperado de largo la inversión realizada. Aún así, no me van a ver nunca leyendo obras de este calibre vulgar, adocenado y lleno de lugares comunes. Lo que me llama poderosamente la atención es que haya gente que aún sea capaz de dejarse unos cuartos en esta y otras creaciones de dudoso prestigio literario. Allá ellos.
Juan Antonio Alonso Velarde