Mariano tenía un serio quebradero de cabeza con esto de la reforma del aborto. Su gurú de cabecera, Pedro Arriola, le había mostrado datos sobre lo impopular que podría ser retocar la ley, a pesar de que era una promesa escrita en la página 108 del programa electoral del 20 de noviembre de 2011. Rajoy optó entonces por la estrategia por todos conocida, aplicar la ley del silencio y, al mismo tiempo, ir dejando al ministro de Justicia sin apoyos políticos y mediáticos hasta el punto de que el propio Gallardón reconocía en sede parlamentaria la soledad a la que se había visto abocado por propios y adversarios. Hace justo una semana que el ministro le decía a Rajoy que lo dejaba y sólo hace unas horas que oficializó su adiós.
Veremos a ver qué sucede en las próximas semanas, pero desde luego la calle se le puede poner calentita a Rajoy con todos los colectivos pro-vida. Y es que el PP, en su papel ideal de maricomplejines, ha vuelto a recular ante los progres, a los que no les va a sacar ni una migaja de agradecimiento y encima ha conseguido poner en su contra a un número importante de votantes que pedían dureza contra la barra libre en el aborto. Pero este es Mariano, un ser impasible y hasta un pelín despiadado que no duda en actuar como un 'Padrino' a la gallega.
Juan Antonio Alonso Velarde