Si la monarquía en este país es hereditaria, también parece que puede serlo una entidad deportiva que se cisca directamente en los socios y accionistas para poner al amiguete de turno. Bueno, a decir verdad, cierto es que quien manda en el CD Tenerife desde 2006 es Paulino Rivero. El entonces candidato a ser presidente de Canarias reunió en un conocido restaurante de El Sauzal a un grupo de empresarios y de los convocados salió elegido por el dedo mágico de Rivero el nombre de Concepción, al que colocó en la presidencia de la entidad del Callejón del Combate y al que dejó bien pegado a la misma pese a haber sufrido dos descensos seguidos, dos años de permanencia en Segunda B y problemas de liquidez para saldar la deuda con los jugadores y empleados del club.
Ahora, una vez confirmado que Rivero pasará a ser historia en la política canaria dentro de unos meses, el presidente ya se busca un acomodo mediático y ese puesto no es otro que el de la presidencia del CD Tenerife donde su amigo Concepción le ha estado guardando el puesto contra viento y marea. Y ya me estoy imaginando cuáles pueden ser las primeras medidas que adopte el nacionalista coalicionero en cuanto tome posesión del alto mando del club.
Para empezar, nada de vestimenta blanquiazul, a partir de ahora el uniforme serán las siete estrellas verdes y el nuevo himno lo cantará a capela Chago Melián disfrazo de Mencey Acaymo. Y luego, a la entrada del campo, cada espectador recibirá un paquete de toniques (piedras) que serán lanzadas cuando el público no esté conforme con la labor del trencilla. Eso sí, la primera demostración la hará Hilario Rodríguez, experto lanzador de toniques, y que está abierto a enseñar a los presentes en el recinto capitalino a darles un curso de cómo ser un cafre y seguir tan fresco en su puesto. En breve, seguiremos ofreciendo nuevas novedades sobre el mandato de Rivero en el CD Tenerife.
Juan Antonio Alonso Velarde