¿Y por qué? se preguntarán ustedes. Muy sencillo, porque se intenta acallar de una manera poco lúcida e inteligente la voz de los sindicatos, unas organizaciones que, por otro lado, han permanecido silentes siete años. Hay cuestiones que serían tan fáciles que cayeran por su propio peso que no haría falta mencionarlas, pero la delegada del Gobierno le concede un valor a los dos grandes sindicatos que ahora, con mayor motivo, se esforzarán en hacer una convocatoria multitudinaria. Desde luego, la política del PP se ha lucido en materia de comunicación, algo que tampoco suele sorprender porque en Génova son maestros en el arte de liarla con los mensajes más sencillos de transmitir.
A mí, que se haga o se deje de hacer una manifestación sindical es algo que me trae sin cuidado. A estas alturas, los señores Méndez y Toxo ya no van a engañar a la sociedad. Ésta sabe el comportamiento que han tenido durante todo este tiempo y ahora nadie se cree este cambio de actitud tan sorprendente, recuperando la pancarta como si nunca la hubiesen retirado de la calle. ¿Qué se quieren manifestar el 11-M? Que lo hagan, exactamente igual que tenemos partidos de fútbol, de baloncesto o carreras de galgos. No creo que la memoria por las víctimas se vea empañada por un happening de UGT o CCOO.
Fíjense, si en Nueva York la vida no se para por la celebración del aniversario de los atentados del 11-S, ¿por qué tenemos que hacerlo en Madrid? A veces las autoridades competentes se pasan en su celo por querer tenerlo todo bajo control y eso genera controversias innecesarias. Si los sindicatos quieren salir a la calle, señora Cifuentes, que lo hagan, están en su pleno derecho. Total, tampoco creo que los familiares de las víctimas de los atentados de Atocha y estaciones de Cercanías aledañas vayan a sentirse ninguneadas porque a la par que ellos celebran los homenajes de rigor, tengamos a los del crucero o al de los relojes pateando Madrid.
Juan Antonio Alonso Velarde