Miércoles, 17 de Abril 2024 

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12 Nov

Dos suicidios en las últimas semanas a consecuencia de los desahucios de viviendas o negocios. Ahora mismo es el tema recurrente en España y para el que se han unido los dos grandes partidos en busca de consensuar una ley de medidas urgentes que ayude a paliar un asunto muy delicado, donde se dan cita componentes de muy difícil, cuando no nulo, entendimiento y comprensión por parte de nuestro marco legal.

Desgraciadamente, la comitiva de cualquier desahucio no tiene ahora mismo más remedio que ejecutar lo escrito en los términos en que viene dictado, sin saltarse media coma del guión. ¿Duro? Sí, muy duro y terrible, pero la solución o soluciones tampoco son sencillas de buscar y menos aún de plantear.

Ya sabemos que lo ideal sería que se frenasen absolutamente todos y cada uno de los desahucios que hay en nuestro país, que es el drama convivencial de decenas de miles de familias que no encuentran una salida laboral y que ven que sus propiedades, directamente, son pasto de unos bancos que reclaman lo que en verdad es suyo, unas hipotecas y unos intereses que fueron firmados en tiempos de bonanza y sin que nadie pensara realmente que este estado de bienestar podía revertir en cualquier momento.

No seré quien defienda a bancos y a cajas de ahorro, que han sabido hacer muy bien su labor de acumular beneficios a costa de unos clientes que cada vez veían más reducidas sus ventajas y la disponibilidad de gran parte de su dinero al socaire de contratar unos productos financieros más tóxicos que desayunar pastillas de cianuro mojadas en lejía como las opciones preferentes sin ir más lejos.

Sin embargo, y en el habitual rol de abogado del diablo, habrá que analizar en este cambio de la legislación qué casos se tendrán en consideración. En el suicidio del pasado 9 de noviembre de 2012 en la localidad vizcaína de Baracaldo, según las informaciones de todos los medios de comunicación, tanto la fallecida como su esposo trabajaban, el problema vino por la esposa que ocultó al marido que había avalado al hermano y que puso como garantía su propio piso. Lo que no puede darse ahora como gran ley universal es que uno deje de abonar las letras correspondientes al banco y que pida al mismo tiempo que no le desahucien o amenaza con el suicidio. Se trata de que todos conservemos nuestra vida, al fin y al cabo lo más importante, pero si empezamos a no pagar como regla general (insisto en que habrá que ver cada caso en su contexto) esto va a adquirir matices muy diabólicos.

Juan Antonio Alonso Velarde

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Juan Antonio Alonso Velarde

Actualmente es redactor en Madrid del área de política en Periodista Digital. Es columnista de opinión en las páginas de Canarias del periódico ABC, contertulio en el programa Tenerife Week, en Radio Unión Tenerife; en a Todo Tenerife, en Es Radio Pulso Tenerife y en La Alpizpa, en Canarias Radio La Autonómica.

Sitio Web: juanvelarde.blogia.com/

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