Logo
Imprimir esta página
18 Dic

Sin casa ni comida, nos están negando la vida

En la Prehistoria de la Humanidad no había educación pública ni privada, no había sanidad universal, no se sabía del derecho a la información, a la cultura o a la manifestación, tampoco había trabajos remunerados. La cosa es que en la Prehistoria no había prácticamente nada, pero todo el mundo tenía acceso libre a una cueva o podía construirse una choza en la que vivir, y todos eran libres para cazar, pescar y recolectar frutas de lo que la naturaleza ofrecía. Esas sociedades primitivas fueron evolucionando hasta lo que hoy somos, y hoy están comunmente aceptados el progreso y el desarrollo como conceptos base que nadie cuestiona.


Muchos dirán que es un muy errado argumento tratar de comparar nuestra situación actual con la vida de nuestros antepasados prehistóricos, pero créanme, no se me ocurre otra forma mejor de denunciar el absurdo y la injusticia de lo que está ocurriendo hoy en España, y especialmente en Canarias, donde lo sufro yo.

Y es que en Canarias, según el último dato del INE, son 138.262 las viviendas que están vacías sobre un total de 1,04 millones de viviendas que hay en el Archipiélago. Si somos en torno a dos millones de habitantes, el resultado es que hay aproximadamente una casa por cada dos habitantes. Lo malo es que hay muchos que tienen más de una casa, y como vemos son muchas las casas vacías, lo que nos deja la realidad que ya muchos conocemos para Canarias, que también son muchas las personas que no tienen casa alguna donde vivir.
En circunstancias parecidas estamos con respecto a la comida como derecho en Canarias. En torno al 92% nos viene de fuera gracias al REA y a otros instrumentos fiscales, un suicidio institucional a poco que se compliquen los transportes, algo que tampoco sirve para hacer la comida más barata pues tenemos la cesta de la compra más cara. La agricultura abandonada totalmente, la pesca en manos de unos pocos, los supermercados tirando comida por toneladas y las ayudas sociales son mínimas desde Ayuntamientos y demás instituciones públicas. El resultado: buena parte de la población con serios problemas para acceder a una comida digna.

Comida y casa, alimentación y vivienda dignas, dos necesidades básicas inherentes a la condición humana, mucho más que un derecho fundamental. Es tan claro como decir que sin vivienda y sin comida, no hay vida posible. Nos encontramos así con una primera base de derechos fundamentales, recogidos también en ese panfleto de propaganda que e la Constitución Española, dos derechos que deben contar con un nivel de exigencia y protección máximos, por encima y con preferencia a otros derechos fundamentales como son la Educación, la Sanidad o las Libertades Públicas.
Hasta aquí nadie podrá discutirme nada de lo que he dicho, creo. El problema viene a partir de ahora, cuando hemos de responder a la pregunta sobre qué están haciendo nuestros poderes públicos por garantizar y proteger estos dos derechos básicos fundamentales e imprescindibles para la vida humana. Y la respuesta es básicamente nada.

En torno a la vivienda, en Andalucía se ha dado el primer paso con una normativa autonómica por el derecho social de la vivienda, normativa que ha contado con la oposición frontal de nuestro Gobierno, recurrida ya ante el Tribunal Constitucional por ir contra el sagrado derecho a la propiedad privada. En Canarias el Gobierno de Paulino intenta copiar a Andalucía con una norma muy a la baja, que presumiblemente quedará en nada, conociendo a los que han de llevarla adelante. Al margen de esto lo único que hay es lucha ciudadana, la Plataforma de Afectados por las Hipotecas y algún colectivo social más, promoviendo y facilitando la ocupación extralegal de viviendas vacías, poco más.

Y en torno al derecho a una comida digna, aún peor. Prestaciones sociales directas para alimentación y lucha contra la exclusión apenas si hay, y los comedores sociales, con muy limitadas plazas, son casi exclusivamente para personas sin hogar. Con este panorama queda todo en manos de la solidaridad social, las ONG y los Bancos de Alimentos, a los que se premia con el Príncipe de Asturias, con el Premio Canarias y con todos los reconocimientos posibles. También se premia a sus apóstoles, con mención especial a Manuel Artiles y a su cadena local en Tenerife, Mírame TV. Pero en Canarias este fenómeno traspasa ya los límites de una televisión y se ha extendido como una moda a prácticamente todos los medios y agentes sociales, con multitud de actos solidarios cada día y promoción por todos lados. Y lo que es peor, es tal la corriente que hay a favor de este tipo de solidaridad buenista "descansa conciencias" -que aclaro: sólo es un parche con muchas deficiencias e irregularidades que además oculta el verdadero problema, el mal reparto de la riqueza de Canarias, vía Presupuestos Generales por ejemplo- que hasta los políticos con cargos de gobierno se atreven ya sin tapujos a ponerse delante de las cámaras y participar en la fiesta, y los tristes partidos de la izquierda alternativa callan y consienten por miedo a perder votos, aún sabiendo lo que hay detrás.

Y esta es nuestra realidad canaria más triste que yo no puedo dejar de contar. En la lucha por los dos derechos más básicos, sólo islotes de rebeldía en un mar de servilismo y cooperación con el sistema, a los que por creer en otras soluciones más justas ya nos empiezan a tachar de radicales, subversivos y hasta violentos. Pues sí, radical soy, entendiendo por "radical" lo que etimológicamente expresa la palabra: aquel que va a la raíz de los problemas. ¿Algún radical más dispuesto a luchar conmigo? Si es así ya saben dónde encontrarme.

Eloy Cuadra

Valora este artículo
(0 votos)
© Canarias24Horas S.L. | Todos los derechos reservados.