Cuando Carlos Alonso eliminó la estación de guaguas de San Benito y la convirtió en un aparcamiento de coches-urinario público (básicamente porque no convenía a los intereses de Metropolitano) movió varias paradas de guaguas de los alrededores. En todos los casos, hay que decirlo, ha ocurrido exactamente los mismo: durante meses -y hasta años- tuvieron a los usuarios a la intemperie incluso cuando en esas mismas paradas se gastaban fortunas en paneles informativos electrónicos (que casi nunca funcionan) mientras los usuarios tenían que sentarse en los bordillos de las aceras y cubrirse del viento y la lluvia en los bares o portales de las casas cercanas. Y claro, la última modificación que fue la que hace como un año sacó a varias líneas del interior de la antigua estación, donde hacían parada, para traerlas a una zona cercana a la intersección de la calle San Antonio con Seis de Diciembre no podía ser la excepción: sin marquesina ni banquito para sentarse un año después y con un duro invierno y verano por medio.
Sorprende, sin embargo, que la sociedad de Tenerife que -lógicamente- incluye a los grupos de gobierno de las instituciones, a la oposición política, a colectivos sociales como asociaciones de vecinos y demás, trabajadores de Titsa y sus representaciones sindicales, etc. sigamos contemplando estos espectáculos de desprecio hacia el transporte público en guagua y sus usuarios con tal grado de indiferencia. Parece como si la inmensa mayoría, que vamos en coche porque no nos queda otra dadas las circunstancias, sintiéramos un importante grado de desprecio por esas personas mayores (ahí es frecuente ver a gente con muletas que vienen o van hacia el centro de especialidades o hacia el Hospital) y por esos estudiantes que se las ven y se las desean para refugiarse de la lluvia, el viento o el solajero en las escaleras del portal de un edificio cercano (¿por qué se creen ustedes que tenemos el más alto índice de universitarios con coche del mundo?). Parece como si no terminásemos de entender que la solución a los atascos en ningún país del mundo ha pasado por ampliar carriles de las autopistas sino por hacer viable un transporte público económico y eficaz. Y para un territorio como el nuestro lo único que se ha inventado, hasta el momento, es el transporte público en guagua por carriles exclusivos y con acceso rápido, lo que muchos llevamos predicando en el desierto hace 20 años ante el desprecio de Melchior y de Carlos Alonso que andan metidos en la levitación magnética y en el pelotazo padre de la catenaria.
El libro verde de la Comisión Europea sobre movilidad sostenible, que lleva por título 'Hacia una nueva cultura de la movilidad urbana' lo deja meridianamente claro: "...fomentar soluciones de transporte colectivo menos costosas, como por ejemplo los servicios de autobús rápido (nuestra guagüita), como alternativa a los sistemas más costosos de tranvía o metro". Claro que nosotros somos más ricos que el demonio, con lo que el libro éste debería referirse al África negra o algo así. Por eso que las políticas de movilidad de Carlos Alonso pasan sí o sí por la catenaria, en primer lugar, y como 'condimento' a esa cara e insostenible receta para un territorio como el nuestro nos encontramos con unas políticas de desprecio al transporte público en guagua sin parangón alguno en los países de la Unión Europea. Y lo de la parada en la calle San Antonio de La Laguna no es mas que otro ejemplo del desprecio que a lo largo de la Isla muestra el Cabildo hacia los penúltimos militantes de la guagua, en más de un 90% porque por edad o por economía no les queda más remedio porque desde el gobierno insular nos han hecho creer que coger guaguas es cosas de pobres y parece hasta mal visto el tema cuando en realidad es la única salida sensata.
Foro contra la Incineración Tenerife
