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18 Dic

Ni el más fortuito encuentro es una casualidad

No es ninguna casualidad las personas que forman parte de nuestra vida. De hecho no nos encontramos por casualidad con determinadas personas ni en el lugar de trabajo, ni en la vecindad, ni por ejemplo en el gimnasio. No es casualidad que tengamos problemas con nuestro vecino, o que nos entendamos mejor o peor con este o aquel compañero de trabajo. Posiblemente nos volvemos a encontrar ahora, en esta vida, para aprovechar la oportunidad de acabar con tareas pendientes de encarnaciones anteriores, pero ¿cómo? Tomando en serio a nuestros semejantes, por ejemplo escuchándonos mutuamente, y ante todo perdonándonos recíprocamente.

Tan solo con el hecho de considerar que el tener una antipatía hacia alguien es algo que no reside únicamente en su comportamiento "desagradable", sino que tal vez ya esté asentada en mí debido a antipatías pasadas, me da la oportunidad de hacer las paces con mi prójimo y de entenderme mejor con él. Mientras más consecuente y concienzudamente busque yo mi propia parte en lo que sucede, más rápida y claramente iré percatándome de que yo mismo he ido poniendo, en encarnaciones anteriores, la pista, una especie de mecha para las muchas cosas que me suceden hoy aquí en la Tierra. Entiéndase que no tiene que sucederme necesariamente una situación idéntica, pero sin duda las cosas negativas que vienen de regreso a mí en estos momentos, con toda seguridad se parecen a las que yo causé.

Esto vale en sentido figurado para razas o pueblos enteros que se encuentran ahora enfrentados. Tal vez más de alguna divergencia histórica como por ejemplo las que se producen una y otra vez entre el islam y el cristianismo, se debe a antiguas luchas y a personas belicosas que ya en aquel entonces estuvieron implicadas en esos conflictos, y hoy se encuentran enfrentándose nuevamente.

El conocimiento sobre la reencarnación es de gran importancia para el ser humano en su conjunto, pues nos ofrece una visión más amplia de la vida, y nos ayuda a no culpar ni tan rápida ni tan fácilmente al prójimo diciendo: ¡Esa persona es tan vil y mala! En esta nueva conciencia vamos intuyendo que tal vez haya algo que va mucho más allá de nuestra vida momentánea, con lo que irá perdiendo sentido la creencia en un dios castigador y arbitrario que premia a unas personas con una buena vida y castiga a otras con enfermedades y miserias.

Este conocimiento ancestral va tomando en la actualidad un impulso poderoso, pues cada vez a más personas les resulta familiar el hecho de que ninguna energía se pierde, lo que supone un importante acceso a la enseñanza de la reencarnación. ¿Y qué significa para cada uno de nosotros el que ninguna energía se pierda? Significa que los contenidos de nuestros pensamientos, palabras, sentimientos y actos no se pierden en la nada, es decir, todo lo que hayamos emitido de negativo quedará registrado y acumulado, y algún día volverá de regreso a nosotros en el caso de que no lo hayamos purificado a tiempo.

Mª José Navarro

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