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19 Mar

Espacios públicos ¿Somos Ciudadanos, o Siervos?

Con la nueva ordenanza de muchos ayuntamientos del pais, al igual que con la de "vagos y maleantes" en la dictadura, se restringe el derecho a ejercer la ciudadanía en la calle. Lo público se convierte en privado, porque solo el que paga y consume tiene derecho a utilizar la calle. Si quieres utilizar lo publico como un espacio gratuito donde ejercer la libertad de expresión, te vas a enfrentar a la autoridad a imagen del fascismo.

Autoridad, que en lugar de ser un elemento facilitador, se convierte en instrumento represor y violento de las formas de expresión en la calle, que no pase previamente por la censura del poder. Así el espacio carcelario ofrece más posibilidades a los presos, que el espacio público a los ciudadanos, ya que este, solo se puede utilizar para circular y consumir. - No se permiten pancartas con reivindicaciones democráticas: pero si propaganda publicitaria que ocupe fachadas enteras, transporte público y paneles publicitarios que obstruyen el paso y la visión de los transeúntes y distraen a los conductores.

Y nuestros políticos, en un alarde de discriminación a los ciudadanos, durante campaña electoral, pueden ocupar la vía pública, forrando literalmente la ciudad de pancartas, con los caretos de los aspirantes a censores y represores de la ciudadanía, a los que hemos de votar. Pagando con nuestro dinero la foto de la exaltación del ego del político, al igual que lo hacen los dictadores con sus actos de propaganda megalómana. - No se permiten asambleas espontáneas o grupos numerosos en la calle, que demanden derechos democráticos, denuncien injusticias, planifiquen alternativas, etc.

Por el contrario, se cortan calles al tráfico y se dotan de todos los medios de seguridad, para que se realicen partidos de futbol, procesiones de semana santa, etc. Así para nuestros "demócratas" gobernantes, es prioritario que un ritual religioso o deportivo ocupe la calle: pero se debe reprimir con la fuerza policial, si la ciudadanía se reúne en la calle o en las plazas para hablar de política y de democracia. - Se convierte la calle en un lugar de prohibiciones, no un lugar de libertades: se prohíben los actos colectivos: los juegos de niños y mayores, las mesas informativas, las reuniones, la actividad física, las charlas... la calle ya no puede ser un lugar de los deseos espontáneos.

Como bien explicaba el jefe de policía de valencia tras la represión violenta contra los escolares del Luis Vives "contra el enemigo, no hay que tener contemplaciones" es decir: el ciudadano, menor o no, ha pasado a ser el "enemigo": alguien a quien encerrar o destruir; no quien crea la ciudad con sus iniciativas, ingenio, ocurrencias, improvisaciones, creatividad, actividades y colaboraciones. Su modelo, es el de una ciudadanía que no piensa, no siente, ni tiene aspiraciones de debates democráticos. Solo obedece y traga. Como una especie de engendro sin voluntad e iniciativa. El político no se atreve a tener un debate abierto y periódico con la ciudadanía: porque la teme, porque no sabe por donde le puede salir, no es previsible, y esta alejado de ella; porque corre el riesgo que puede quedar en evidencia su incompetencia, y eso se debe evitar a toda costa.

Para los políticos, solo somos un estorbo necesario para pagar impuestos, un número de votos sin identidad, que tras depositar la papeleta en la urna, nos condenan a estar callados y no protestar. Y no les importa secuestrar la calle, para que no levantemos la voz. La voz y la conciencia ciudadana que se ahoga en el aislamiento de la consulta del psicólogo, el cura o la burocracia política. Y no contentos con arrebatarnos la calle, nos sacan de los Casals de Barrí, no sea cosa que surja una forma de gestión pública, que deje en evidencia que los políticos son un cáncer creador de problemas y prohibiciones, no una fuente de soluciones y libertades.

Y mientras restan derechos con normativas contra lo público y los más débiles, modifican leyes para que lo privado y su capital campen a sus anchas y ocupen el poco espacio público que la cochecracia nos ha dejado: ocupación de terrazas por bares, planes urbanísticos para ocupar lo que era público, protegido o virgen. Atte.

Antonio Cánaves Martín

Modificado por última vez en Miércoles, 04 Abril 2012 14:26
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