Hace unos días se publicó el Protocolo de prevención y organización para el desarrollo de la actividad educativa presencial en los centros escolares no universitarios de Canarias para el curso 2020-2021. Al leer el mismo, la primera conclusión que extraemos es que es un 'sálvese quien pueda', ya que no se incide en una medida fundamental, que es la reducción de ratios de alumnos por aula. Sin esta disminución de estudiantes y sin la contratación de más profesorado, no vamos a ningún sitio. Como sigamos con aulas masificadas, nos encontraremos con situaciones preocupantes. A todo esto, se unen la indisciplina de muchos adolescentes y la falta de autoridad de los docentes, que carece de respaldo administrativo y social. El escenario se nos antoja caótico.
No se puede improvisar tanto con la publicación, casi en agosto, de este protocolo que, en parte, es una copia del de Navarra. Ni siquiera han sido originales. La diferencia está en que el documento navarro sale a la luz en junio y el de Canarias sale a finales de julio. Mientras otros trabajaban, aquí dedicaban el tiempo a tirarse los trastos a la cabeza en la Consejería de Educación en un espectáculo bochornoso y deplorable, máxime con la que está cayendo y con lo que está por venir.
Esto no es moco de pavo, ya que los centros de enseñanza son potenciales focos de contagio del COVID-19.
Jesús Manuel Díaz Lorente.
Delegado de CSIF
