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15 Mar

Cuando me afilié a Ciudadanos (Cs), septiembre de 2014, lo hice con la convicción de un ideario que figuraba en su web. Sentí que era un partido que me representaba.
Dicho ideario indicaba las razones del nacimiento de Cs, por un lado, el ahogo de las políticas nacionalistas identitarias y no nacionalistas que pretenden homogeneizar culturalmente una sociedad plural y diversa. La otra razón era el vacío de representación que existía en el espacio electoral de centro-izquierda no nacionalista.


Para ello, mantenían 2 reglas: una, que el sujeto de la política es el ciudadano y, la segunda, que los poderes públicos tienen como finalidad garantizar la libertad y la igualdad de los ciudadanos.
Sus líneas de actuación eran 4:
1. Defensa de los derechos individuales.
2. Defensa de los derechos sociales y del estado de bienestar.
3. Defensa del Estado de las autonomías y de la unidad de Europa.
4. Defensa de la democracia y regeneración de la vida política.
En esos momentos me encontré con un partido en la línea de la socialdemocracia y el liberalismo progresista, compuesto por profesionales de distintos sectores sociales que estaban dispuestos emplear parte de su tiempo en buscar soluciones para un país hundido económicamente y una clase política llena de corrupción. Me sentí totalmente identificada con ellos.
Es más, vi la posibilidad de que en España hubiera un partido "bisagra" que controlara al bipartidismo, que pudiera poner en marcha proyectos nuevos e innovadores para nuestra sociedad, que la clase política se enriqueciera con profesionales y que se acabase con la política como medio de vida.
Y con esa ilusión comencé a trabajar, comenzamos a crecer, nos presentamos, en el 2015, en las principales ciudades y cabildos de Canarias e, incluso, en el Parlamento de Canarias, aunque sabíamos que la ley electoral nos perjudicaba, como así fue.
A nivel nacional se obtuvo un buen resultado. Elaboramos propuestas para lograr un acuerdo con el PSOE, y cuando la investidura falló y se presentó Rajoy, también se elaboraron propuestas, a pesar de que en la campaña electoral se había dicho que con Rajoy NO. Sin embargo, el interés por la gobernabilidad de España estaba por encima de cualquier afinidad política.
Pero dejamos de ser socialdemócratas, pasamos a ser sólo liberales progresistas. Cs comenzó a escorarse hacia estribor. Y nos criticaron, pasamos a ser la "marca blanca" del PP, cada vez más.
En las siguientes elecciones se llegó a los 50 diputados, lo suficiente para que se formara gobierno con el PSOE, aunque en la campaña electoral se había dicho de con Sánchez NO. Pero yo tenía la esperanza de que sucediera lo mismo, que por el bien de España y de la unidad, el Sr. Rivera, que ya en las pasadas elecciones cedió ante el PP, ahora lo hiciera con el PSOE y entrara en el gobierno, evitando así que independentistas y la extrema izquierda manejaran este país.
Pero no sucedió. El barco de Cs ya estaba totalmente escorado a estribor, ya era público que sólo pactarían con el PP y VOX, ya no éramos un partido de centro-izquierda, ni siquiera de centro, el naranja se iba oscureciendo, llegando a la gama de los azules. El ego del Sr. Rivera, con el consentimiento de su cúpula, destruyó el sueño de muchos de nosotros, que habíamos creído que primero las personas y después los partidos.
Y lo primero que se hundió fue aquel ideario por el que muchos nos afiliamos, razón por lo que Cs empezó a hacer aguas y comenzó la desbandada de afiliados y cargos.
Hoy Cs tiene una capitana, Inés Arrimadas, la cual ha creído que escorándose a babor podría salvar el barco. Y lo ha intentado, ha intentado un terremoto político cuyos temblores han comenzado en Murcia y ha conseguido, junto a sus dos grumetes: Espejo y Cuadrado, que se presente una moción de censura a un gobierno del que forman parte, pero no lo han conseguido, algunos marineros/as se les han revelado y lo único que se conseguirá es perder, no sólo Murcia, sino también han abierto las puertas a perder Madrid y, en el caso de que se convoquen elecciones, incluso hasta desaparecer.
Desde mayo de 2020, dejé de pertenecer a Cs. Lo hice con tristeza, con la pena y la desilusión de que Ciudadanos era uno más, un partido que sólo buscaba cargos y sillones y, si para ello, era necesario saltarse sus estatutos, la cúpula era la primera en hacerlo. Así lo hicieron conmigo, prefirieron mantener a un concejal que les daba el 10% de su sueldo, antes que a una profesional que no buscaba vivir de la política. Se los saltaron con las elecciones catalanas y después de incumplir el pacto de Murcia y haber quedado en ridículo ante el PSOE, dudo mucho que alguien pueda seguir creyendo en ellos.
En fin, una pena. Una idea muy bonita en su origen, pero con una ejecutiva incapaz de mantenerse fiel al ideario original. D.E.P. el sueño de muchos.

Beatriz Correas

Ex portavoz de Ciudadanos (Cs) y concejal no adscrita en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria

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