Venezuela se ha convertido en una lección para el mundo, lamentablemente, una lección del cómo no hacer las cosas. Los recursos/riquezas naturales de nada sirven sí no son administrados apropiadamente, son la educación y el trabajo los verdaderos motores del desarrollo. Existen naciones, como las europeas, que a pesar de no contar con recursos naturales suficientes han sabido erguirse exitosas a través del cuidado exhaustivo de sus fondos públicos, sobre todo, cuando son los impuestos son la principal fuente para abastecer las arcas públicas, es decir, el producto del trabajo. Así mismo, la educación acompaña los valores fundamentales de superación y crecimiento.
Pero no hay que confundir, los venezolanos han sido siempre conscientes de la importancia del esfuerzo propio, de la superación académica, pero han sido sus gobernantes, principalmente los últimos de los 23 años, que han tergiversado en toda su esencia a una nación que antes era receptáculo de inversiones, turismo e inmigración, transformándola en una segunda Cuba arrasada por el castrismo. Los venezolanos han luchado contra esa imposición, han puesto sangre, sudor y lágrimas, pero se requiere una encomienda aún mayor.
Así como Venezuela es un ejemplo del cómo no conducir una nación a lo interno, también sirve de ejemplo negativo en la comunidad internacional, hastiada de instituciones, organismos y marcos jurídicos totalmente lerdos inoperantes, tardíos. La complexión internacional debe dejar de ser un andamiaje progobiernos, debiéndose convertir en un sistema a favor de los ciudadanos del mundo. @leandrotango
Lic. Leandro Rodríguez Linárez
Politólogo