El fenómeno que está teniendo lugar en El Hierro tiene su origen en la llegada de una intrusión magmática que colisiona con la base de la isla. Al no tener energía suficiente, estas bolsas de magma no llegan a romper la corteza y salir al exterior en forma de erupción. Los efectos se manifiestan solo en forma de deformaciones, medidas mediante GPS, y actividad sísmica intensa; ambos parámetros registrados por el IGN.
Desde que comenzara la actividad volcánica en la isla más occidental, en julio de 2011, se han registrado 16.977 eventos sísmicos. Su distribución temporal y espacial (figura adjunta) nos hace pensar que ha habido cinco intrusiones de magma ascendente que han colisionado con el edificio insular, y sólo la primera de todas, ha dado lugar a una erupción. La interpretación de los datos desvela que el aumento de la energía sísmica en julio de 2011 se produjo muy lentamente como correspondería a una masa intrusita de gran tamaño, tardando semanas en producirse terremotos de magnitud 3 en la escala Richter. Por el contrario, los últimos movimientos registrados hace dos días por el IGN alcanzan valores de magnitud de 3,1 a las pocas horas de iniciarse el fenómeno. La interpretación de estos datos conduce al vulcanólogo Vicente Soler a la hipótesis de que la masa de magma que ha ascendido hasta la base de la isla es de pequeño tamaño y por lo tanto, insuficiente para provocar una erupción por el momento. Será necesario un seguimiento de la situación y el estudio de los datos de los próximos días para aseverar tal suposición.
Todo apunta a que se seguirán produciendo terremotos y la plataforma insular se verá deformada como forma de liberar la energía de la masa de magma ascendente. Pero todo ello forma parte de la actividad sísmica normal de una isla volcánica activa y se cuenta con antecedentes históricos en otras islas del archipiélago.
