Cabe destacar que el decreto papal firmado hoy se enmarca en un procedimiento equivalente, en el que se reconoce la santidad de una persona sin necesidad de que haya obrado un milagro, sino por su sobresaliente testimonio de amor a Dios y al prójimo a lo largo de su vida.
Carlos Alonso valora esta decisión que coloca al sacerdote jesuita y beato José de Anchieta "en el lugar que se merece por su fidelidad y entrega a los grandes ideales cristianos que rigieron su vida, su incansable protección y defensa de los aborígenes brasileños y sobre todo por su gran calidad humana".
El presidente señala que el Cabildo durante todo este proceso y como muestra de apoyo a esta canonización envió diferentes misivas al Santo Padre destacando la valía del beato jesuita, "por eso ahora, cuando ya es una realidad, siento una profunda alegría, como tinerfeño y como católico".
Carlos Alonso hace especial hincapié en las virtudes de San José de Anchieta, "quien amparó a los necesitados y a los perseguidos por la justicia; y protegió sus derechos como seres humanos, guiado por la caridad y por las enseñanzas del Evangelio". "Por todo ello –apunta- continúa siendo a través de los siglos modelo de bondad y sencillez. Fue también un gran educador, y destaca sobre todo su labor con los indígenas, lo que lo llevó a componer la Gramática de la lengua tupí".
José de Anchieta nació en la isla de Tenerife en 1534. Fue enviado a la Universidad de Coimbra, Portugal, en 1548. Una vez allí ingresó en la Compañía de Jesús y fue enviado como misionero a Brasil, donde murió en 1597. Fue el fundador de la ciudad de São Paulo y uno de los fundadores de la ciudad de Río de Janeiro.
Cabe recordar que el jesuita fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 22 de junio de 1980, en una ceremonia realizada en la Basílica de San Pedro en el Vaticano. En este acto, también fue beatificado el Santo Hermano Pedro de Betancur, quién en 2002 se convertiría en el primer Santo de las Islas Canarias y que al igual que el Padre Anchieta era natural de Tenerife. El Padre Anchieta y el Hermano Pedro a su vez, se convirtieron en los primeros canarios en ser beatificados.
