La gira resultó fácil, con una bajada bien señalizada y prácticamente imposible de perder el rumbo a pesar que el barranco va haciendo marcadas curvas señalaron los participantes. En algunas zonas el agua obligó sortear algunos pasos, sobre todo al final.
Llamó la atención empezar a escuchar a lo lejos el rumor de las olas, cuando todavía se tardaba en dar con la playa de guijarros de Masca. Allí, al lado del embarcadero e impresionante abertura del acantilado de los Gigantes.
Mientras se esperó por el barco, los participantes pudieron darse un buen baño en la zona protegida junto al amarre. Eso sí siempre lejos de las paredes dónde hay cierto peligro de desprendimientos.
El regreso en barco hasta el puerto de Los Gigantes no deparó buenas sorpresas en forma de avistamientos especialmente del delfín mular fácil de observar por su carácter curioso. Una jornada de aproximación a la naturaleza que al final fue calificada de especial por todos.