La actividad realizada por la Asociación TCAN y por Rumbo Ziday demostró a niños, jóvenes y adultos que los perros pueden aprender no solo a controlar su carácter y acatar las órdenes del cuidador, sino también a recoger los distintos residuos y entregárselos a su dueño para que éste los recicle.
Con el oportuno aprendizaje el can también es capaz de dar ejemplo, tirando sus excrementos a la basura. De hecho, lo único que debe realizar el propietario del animal seria colocar las heces en el interior de la bolsa, pues del resto se ocuparía el perro.
Sin embargo, con los excrementos de los perros se ha detectado en los últimos años otro problema y es el que el propietario del animal embolsa las heces, pero no la tira a la basura. Dicha circunstancia provoca un doble problema al medio ambiente porque si bien las defecaciones se degradan, el plástico no, según se puso de relieve.
Además, muchas de estas mascotas cumplen una importante función social y ayudan a personas que presentan algún tipo de diversidad funcional, ayudándoles en su quehacer diario o en forma de terapia.
En definitiva, la exhibición canina realizada en dicho núcleo turístico se centró en la importancia que los propietarios de perros se conciencien, atiendan y cuiden a sus perros, en particular, y al conjunto de sus mascotas, en general.
Sensibilización ciudadana
La actividad también sirvió para trasladar a los asistentes la necesidad de un mayor compromiso para con el medio ambiente, por lo que se repartieron bolsas azules, verdes y amarillas para fomentar el reciclaje y la separación selectiva de los residuos.
Asimismo, se regalaron perlizadores de grifos para un consumo más responsable del agua potable, embudos para facilitar el reciclaje del aceite doméstico y dispensadores de bolsas para las heces de los perros, entre otro material.
