Una de las medidas fundamentales es beber más agua, independientemente del tipo de actividad que se esté llevando a cabo, y no esperar a estar sediento. En mayores y enfermos crónicos debe hacerse al menos cada hora para evitar la deshidratación.
Se debe evitar el consumo de bebidas con cafeína, alcohólicas o muy azucaradas. Hay que evitar hacer comidas copiosas y no consumir preparados fácilmente contaminables (ensaladillas, mayonesas, etc) y optar en cambio por una alimentación rica en frutas y verduras (con la precaución de lavarlas antes del consumo).
Para los grupos más vulnerables (ancianos, niños y enfermos crónicos), en los días de mucho calor es mejor quedarse en casa. Para el resto, lo prudente es no exponerse al sol demasiado tiempo o en horarios en que los rayos solares llegan más verticalmente (de 12 a 16 horas). También es conveniente evitar hacer ejercicio físico intenso mientras se mantenga la situación de riesgo por temperaturas elevadas.
En el domicilio debemos mantener un ambiente fresco y bien ventilado. Únicamente en caso de presencia de calima en el ambiente deberemos mantener bien cerradas puertas y ventanas. Los aparatos de de aire acondicionado deben programarse a una temperatura moderada, entorno a los 24 grados.
Si a pesar de estas medidas preventivas se dieran síntomas de trastorno por calor, se recomienda refrescarse con una esponja o toallas húmedas, tomar un baño si no se tiene mareos, beber líquidos frescos sin alcohol y, si los síntomas no remiten, solicitar ayuda al médico lo antes posible.