Los dos reos fueron declarados culpables por un jurado popular de asesinato con concurrencia de parentesco.
El jurado consideró probado que la muerte de los niños la ocasionó la madre mientras que él comprobaba que se cumplía el acuerdo al que ambos habían llegado para quitarles la vida a los menores.
Una vez cometido el crimen, los dos padres convivieron durante cuatro días con los dos cadáveres.
La niña, de 11 años, era hija de la acusada y de una relación anterior, mientras que el niño, de 5 años, era hijo en común de la pareja, que se conoció cuando estaban internados en el área de salud mental del Hospital Universitario de La Candelaria.