También hubo un homenaje a la creación de la Sanidad Pública británica (NHS) después de la Segunda Guerra Mundial, con el desfile de cientos de enfermeras que trataban de espantar a los demonios que acechan a los niños enfermos hasta que varias decenas de Mary Popins descendieron desde el cielo para alejarlos definitivamente.
Ésta no fue la única referencia filmográfica, pues sendos dobles del espía más famoso del mundo, James Bond, y de la Reina de Inglaterra descendieron en paracaídas desde un helicóptero antes de la llegada al palco de la soberana británica y el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Jacques Rogge.
Los 80.000 espectadores del Olímpico disfrutaron de las sorprendentes apariciones del actor Kenneth Branagh recitando a William Shakespeare, el músico Mike Olfield interpretando 'Tubular Bells', la autora de Harry Potter, JK Rowling, con 400 millones de libros vendidos, leyendo el inicio de 'Peter Pan' o Rowan Atkinson 'Mr. Bean' en una simulación de 'Carros de fuego'.
Una campana de 23 toneladas, con el lema a fuego 'No Temas. La isla está llena de sonidos', una cita de William Shakespeare y fabricada por la misma fundición que la del Big Ben, que impulsó el último ganador del Tour, Bradley Wiggins, había marcado el inicio de la ceremonia una hora y media antes de que los atletas de las 204 delegaciones desfilaran por el Estadio Olímpico.
MUHAMMAD ALÍ Y PAUL MCCARTNEY, INVITADOS DE LUJO.
Tras el desfile de los atletas, donde Pau Gasol abanderó la animosa delegación española, llegó el turno para los discursos del presidente del Comité Organizador de los Juegos de Londres 2012, Sebastian Coe, y del presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Jacques Rogge.
Este último fue el encargado de introducir a la reina Isabel II, quien inauguró oficialmente la cita olímpica londinense. Después, la bandera olímpica portada por un elenco de nombres propios del deporte y la cultura mundial, encabezados por Muhammad Alí, junto a Haile Gebrselassie, Ban Ki-Moon, Shami Chakrabarti, Marina Silva, Daniel Barenboim, entre otros, subió a lo más alto de Londres.
Finalmente, el secreto mejor guardado de la ceremonia, el encendido del pebetero olímpico. Sir Steve Redgrave, ganador de cinco medallas de oro en cinco Juegos consecutivos, desde Los Ángeles'84 hasta Sydney 2000, recogió el fuego de David Beckham para después cederlo a otros 7 relevistas que prendieron una estructura metálica que se elevó sobre el centro del Estadio Olímpico.
La guinda final de la fiesta la puso otro británico ilustre como Sir Paul McCartney. El mítico cantante, sentado al piano, entonó uno de los himnos de The Beatles 'Hey Jude'. La canción, coreada por todos los asistentes, despidió a todos los participantes unidos por sus manos en una imagen digna de la cita por excelencia del deporte mundial.