Y, ciertamente, el guión pareció cambiar: El Tenerife cedió la posesión al rival, igual de necesitado, y la ansiedad de ambos permitió un partido muy abierto en el que ninguno acababa de dominar y en el que cualquiera pudo haber anotado en la primera mitad.
Sergio desbarató las mejores ocasiones de los locales, que partieron de las botas del debutante Henríquez, mientras que el Tenerife tuvo menos puntería y casi no probó a Leo Franco.
Aday tuvo las ocasiones más claras pero o sus remates no producían suficiente peligro o llegaba demasiado forzado al área. Antes del descanso, Suso Santana reclamó un posible penalti, pero el marcador no se movió en la primera mitad.
En la reanudación, se volvió a un guión ya conocido: encajar un gol tempranero, aunque esta vez, más que demérito del Tenerife, fue mérito de Víctor, que ejecutó de forma magistral una falta directa. Fue entonces cuando los visitantes se mostraron más frágiles, lo que Cervera intentó arreglar buscando más solidez en el medio con un doble cambio.
Pero justo entonces, la fortuna se puso del lado local, y un disparo de Montañés lo desvía Carlos Ruiz a su propia portería. El Tenerife, noqueado, recibió el tercero tres minutos después en un contragolpe de libro que convirtió en gol, completamente solo, Víctor Rodríguez.
Inevitablemente, el Zaragoza bajó el listón y tanto Aridane como Ayoze Pérez pudieron recortar distancias, pero el larguero y Leo Franco lo impidieron.