Djokovic comenzó el encuentro con mucha solidez, mejor plantado que Nadal sobre la pista Philippe Chatrier. El español encontraba a intervalos sus grandes golpes, pero no terminaba de asentarse ante un Djokovic que apenas mostraba fisuras.
En el primer set, Nadal consiguió romper el servicio de Djokovic para establecer el 3-4 en el marcador. Lo más difícil ya estaba hecho. El español, inapelable con su saque, solo tenía que mantener el servicio para adjudicarse la primera manga. Así lo hizo y el set concluyó con 4-6. Mucho mérito el de Nadal, que había conseguido aplacar las arremetidas iniciales de Djokovic, sin perder la compostura, y volvía a ser esa bestia invulnerable que campa a sus anchas sobre la arcilla de París.
El partido avanzó sin apenas variar el argumento. El servicio marcaba la diferencia y ambos jugadores trataban por todos los medios de hacerse fuertes con su saque, a la espera del 'break'. En el segundo set, éste llegó antes para Rafa Nadal: 2-3. Por un momento, parecía que Djokovic daba muestras de debilidad, cada vez con más errores no forzados. Pero el balcánico consiguió recomponerse y devolvió la rotura del servicio al mallorquín (3-3), ganó el siguiente juego y además rompió de nuevo el servicio de su adversario (5-3). A Djokovic le costó poco establecer el 6-3, para empatar el partido (1-1).
Djokovic desaparece del encuentro
En este encuentro de ida y vuelta, el tercer set comenzó con un Nadal estratosférico que de buenas a primeras se puso 0-5 en el marcador. Djokovic había desaparecido sin dejar rastro. Súbitamente. Ni el mismo Nadal parecía explicárselo.
El set finalizó con 1-6 y la duda de si Djokovic sería capaz de volver a asomar la cabeza en mitad de ese tsunami que le había engullido.
Djokovic regresa
Las cartas estaban echadas y el inicio del cuarto set decidiría la remontada o el golpe de gracia. Con la misma brusquedad con la desapareció, Djokovic regresó de su letargo. Igualdad, agresividad, golpes magistrales, tenis en estado puro... El partido volvió a discurrir por su cauce natural.
Djokovic se defendía con uñas y dientes, pero Nadal consiguió romper su servicio (3-4). Lejos de venirse abajo y entregar definitivamente sus armas, Nole le devolvió la moneda con otro 'break' y su correspondiente consolidación (5-4).
Rafa Nadal igualó el resultado (5-5) y, ante la inminencia del final, Djokovic sacó a relucir su carácter campeón y sus mejores golpes de maestro. En este momento, español y serbio estaban enzarzados en una pelea titánica. Nadal rompió de nuevo el servicio del balcánico (5-6), pero éste le contestó con otra rotura de servicio (6-6). El encuentro se marchó al 'tie-break' y ahí Djokovic purgó todas sus faltas anteriores, barriendo de la pista al español por 7-3.
Quinto set
El encuentro se fue al set decisivo con la emoción a flor de piel. Comenzó mal Nadal, perdiendo su servicio y también el siguiente juego (2-0). Hasta entonces, la intensidad del mallorquín había sido muy superior a la de Djokovic y parecía estar pagándolo.
Nadal recortó distancia (2-1) pero después Djokovic cumplió con su saque (3-1). El juego de Nadal atravesaba por su peor momento. Eran instantes críticos y el mallorquín necesitaba volver a encontrarse a sí mismo, tal y como había hecho poco antes el balcánico.
Haciendo valer cada jugador sus respectivos saques, el encuentro se fue a 4-3. Nadal estaba obligado a romper el servicio de Djokovic si quería disputar su octava final de Roland Garros. Y así lo hizo, ayudado por un error garrafal de Djokovic que, con 40-40 y todo a su favor, perdió un punto incomprensiblemente por tocar la red con el cuerpo.
Nadal ganó sin complicaciones el siguiente juego y el marcador se situó en 4-5. Ninguno de los dos podía permitirse un nuevo fallo. Djokovic ganó su servicio (5-5) y Nadal hizo lo propio con el suyo (5-6). Sin opción de 'tie-break', Nadal y Djokovic estaban obligados a buscar una nueva rotura de servicio.
Lo consiguió el español después de dos juegos (7-9), para doblegar definitivamente al serbio y poder buscar el domingo su octavo título de Roland Garros.