Y eso que esta vez, el alicantino, sexto jugador mundial, jugó con la convicción necesaria para poner en apuros a Nadal. Ganó su saque y rompió el de su adversario nada más empezar, y aunque el manacorense le devolvió el 'break' en el siguiente juego, no dejó que abriera brecha en el marcador durante toda esta primera manga. Ferrer llevaba al límite a Nadal, cargaba sobre su revés, le mantenía casi siempre por detrás de la línea de fondo, y aunque el balear era capaz de protagonizar puntos de mérito, estos eran casi siempre fruto de su enorme talento más que de la continuidad en su juego.
Con 6-5 para el alicantino y Nadal al servicio, el partido se fue al duodécimo juego, que a la postre resultaría clave. Hasta ese momento, la igualdad había sido casi total en el intercambio de golpes, en el que Nadal se sentía algo más incómodo por lo inesperado del plan. En ese duodécimo juego, Ferrer dispondría de cinco bolas de ruptura, cinco bolas para llevarse el primer set. Pero entonces le entró el miedo a ganar.