Dentro del amplio abanico de enrames hay ideas muy trabajadas, como la que representa a un grupo de niños que jugando se encuentra con el Ángel de la Guarda. Es obra del artesano de la cruz de Botazo, Miguel Gutiérrez.
Por otro lado las hay más modestas. Siguen el estilo de los mercadillos ambulantes al que recuerda este mayo, pero sustituyendo la triple 'b' por la triple 's': Sencillas, siemprevivas y simbólicas.
Pero a las cruces se le une otra de las tradiciones más antiguas de La Palma: Los mayos. Este año conmemoran las fiestas de invierno. Concepción Sanjuán, presidenta de la Asociación Amigos de los Mayos, explica que en los bailes de aquellos años las mujeres se ponían máscaras para observar de cerca el comportamiento de sus maridos.
Los mayos también aportan su particular receta para salir de la crisis en forma de sátira política. Por su parte, la cruz del Velachero deleita con un recorrido por los municipios de la isla y sus costumbres. Una tradición que agrada tanto a los palmeros como a los visitantes de fuera.