Pero es que todo el mundo en San Miguel sabe que ese Instituto se construyó en su momento sobre unas cuevas de tosca que fueron rellenadas de cantos del Sur y se sospecha que sobre esas cuevas se ha situado el pozo negro que podría estar haciendo ceder los cimientos, aunque supuestamente los técnicos juran y perjuran que no hay peligro alguno.
Claro que todo el que ha utilizado esas instalaciones para trabajar o para estudiar sabe que se trata de un auténtico gallinero cubierto con planchas metálicas (si tuviera un tejado decente se hundiría sin la más mínima duda) que hacen unos ruidos espantosos ante los cambios de temperatura, especialmente cuando las empieza a calentar el Sol por las mañanas, ante los procesos de dilatación y contracción que se producen varias veces al día.
Eso por no hablar del calor, o el frío que eso depende, que sufren todos los que tienen que pasar varias horas al día debajo de esa techumbre que se construyó en la época de las vacas gordas pero con la mentalidad esa según la cual esto de la educación pública es una cosa reservada para los miserables, que para los otros está el Luther King que muy cerca de allí presenta unas instalaciones de lujo financiadas también con el dinero de todos los contribuyentes.
Pero el caso es que los padres han decidido que ya está bueno y que este martes se van a plantar a la 8:30 horas con sus hijos a las puertas del IES San Miguel hasta que alguien les aclare la situación con pelos y señales. Y es de esperar, francamente, que se abra una investigación rigurosa sobre lo que está ocurriendo en este centro (donde no ha habido muertos porque el temporal del 2010 ocurrió en un fin de semana) y quién es el responsable técnico y/o político de tamaño despropósito. Eso para empezar a hablar.