Tras varias horas de silencio, la capital de Ucrania, Kiev, y la segunda mayor ciudad del país, Járkov, han sufrido esta madrugada nuevas explosiones, según ha informado el servicio de comunicaciones especiales del Estado, aunque la noche ha transcurrido con más calma que la anterior.
Las detonaciones llegan horas después de que el presidente de Rusia, Vladímir Putin, haya puesto en alerta a sus fuerzas de disuasión nuclear tras las "declaraciones agresivas" de los principales países de la OTAN, que han enviado más tropas al flanco este de la organización.
Los aliados han reaccionado enviando armas y equipos a Kiev y acordando sacar a determinados bancos rusos del sistema internacional SWIFT. Además, la UE ha cerrado el espacio aéreo a Rusia y prohibirá la emisión de dos medios rusos.
Las primeras consecuencias de las sanciones ya se empiezan a notar y el rublo ha sufrido este lunes una caída de casi un 30% frente al dólar y el euro.
Delegaciones de Ucrania y Rusia han comenzado este lunes a negociar en Gomel (Bielorrusia), según ha confirmado uno de los miembros de la delegación ucraniana. Las conversaciones se producen en la quinta jornada de la guerra iniciada por Vladímir Putin, y en un día que según las autoridades ucranianas puede ser "clave".
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, aceptó unas negociaciones "sin condiciones" para que ningún ciudadano ucraniano tenga ninguna duda de que él, "como presidente", intenta "detener la guerra". Zelenski se ha mostrado pesimista, pero cree que las conversaciones son "una oportunidad, aunque pequeña", para la desescalada.
Mientras se producen las negociaciones, Kiev resiste el avance ruso y los combates continúan en Járkov y otras ciudades.
Kiev resiste y se prepara para el asalto de las tropas de refuerzo rusas
El negociador ruso y consejero del Kremlin Vladimir Medinski ha dicho que Moscú quiere "un acuerdo" que sea "en interés de las partes". El portavoz del Kremlin, Dmitri Peksov, no ha querido hablar de exigencias. "En realidad, sugiero que esperemos a las conversaciones. Prefiero no anunciar ninguna exigencia. Las negociaciones deben llevarse a cabo en silencio", ha dicho.
Por su parte, la presidencia ucraniana asegura que la cuestión clave es "el alto el fuego y la retirada de las tropas rusas" de su territorio.
La delegación ucraniana, que ha llegado en helicóptero tras horas de retraso, incluye al ministro de Defensa, Oleksii Réznikov; al líder del partido en el gobierno, David Arakhamia; al asesor presidencial Mykhailo Podoliak; al jefe adjunto de la delegación ucraniana en el Grupo de Contacto Trilateral para la paz en el Donbás, Andriy Kostin; al diputado Rustem Umerov y al diplomático Mykola Tochytsky.
Del lado ruso han acudido al encuentro Medinski, asistente del presidente de Rusia; el viceministro de Exteriores Andréi Rudenko; un viceministro de Defensa y el presidente del Comité de Asuntos Internacionales de la Duma (Cámara Baja) Leonid Slutski.
Negociaciones en suelo de un aliado de Moscú
Las negociaciones tienen lugar en Bielorrusia pese a que el gobierno de este país es un firme aliado de Moscú, por lo que Ucrania había propuesto otras localizaciones. A Bielorrusia llegaron antes de la invasión más de 30.000 soldados rusos y equipamiento militar para unos ejercicios conjuntos, que después han cruzado la frontera sur de ese país para atacar a Ucrania.
El ministro de Exteriores de Bielorrusia, Vladímir Makéi, anfitrión de las negociaciones, ha asegurado a los delegados que "pueden sentirse seguros".
Fue en Minsk donde se firmaron los Acuerdos de Paz para el Donbás en 2015 para poner fin a los enfrentamientos entre las tropas gubernamentales y los milicianos de las provincias secesionistas de Lugansk y Donetsk. Moscú ha pedido reiteradamente que dichos acuerdos se cumplan en su integridad, incluyendo una reforma constitucional para garantizar la autonomía a las regiones prorrusas. Los acuerdos han quedado ahora en papel mojado por la guerra.