En octubre de 2011 se podía leer un interesante artículo en el periódico digital alemán Welt Online con el título «También entre los animales hay verdaderas amistades», donde se describía cómo en el zoológico de Bristol (Inglaterra) una madre pato aterrizó con sus polluelos en un cercado de gorilas, consiguiendo dejar fascinados a un grupo de gorilas jóvenes que no pudieron resistirse a acercarse donde se hallaba la pata con sus patitos. Mientras tanto mucha gente escéptica observaba como el gorila más joven, con mucha delicadeza, tomaba entre sus dedos a uno de los polluelos, y frunciendo la boca lo besó en su delicado plumaje. El artículo continuaba así: «El joven gorila que besa a un patito es un curioso caso aislado, aunque no sólo los seres humanos aman a los animales y quedan encandilados con los ojos de un bebé. Hay perras que crían a cerditos y leones que se echan junto a antílopes. Entretanto ya se conocen más de 120 especies de mamíferos y 150 especies de aves que adoptan crías que no son de su especie».
Jennifer S. Hollad, autora del libro «Amigos desiguales», recopiló informes de todo el mundo referidos a maravillosos casos de amistades entre animales de distintas especies, que luego documentó con mucho mimo. Entre los muchos casos recopilados encontramos a una gorila que adoptó a un gatito, o a un macaco que hizo lo mismo con un gatito salvaje. Sin embargo, el hecho de que esto nos resulte curioso indica que en realidad los seres humanos conocemos muy poco de la vida de los animales y de cómo se relacionan entre sí.
En Pato (Albania) se hicieron amigos un asno y un lobo cuando el primero fue arrojado al segundo como comida. Lo informó el periódico «Hindustan Times». Y en Kenia una leona adoptó a la cría de un antílope. Sin embargo el ser humano se inclina a especular o suponer sobre estos casos con su, en ocasiones, corto entendimiento, llegando la mayoría de las veces a conclusiones equivocadas. Cuando lo más fácil es creer lo que se ve a simple vista: que un animal más fuerte puede ocuparse de uno más débil necesitado de ayuda. De hecho, en el caso del ser humano, un comportamiento de este tipo se consideraría como especialmente altruista o sociable. Lo que podría venir a decirnos que los seres humanos deberíamos ir dejando nuestro menosprecio frente a los animales y nuestros prejuicios para con ellos. Una buena ayuda sería dejar de vernos como la cumbre de la creación, considerando que en más de una ocasión los animales demuestran tener valores más elevados de los que hemos desarrollado los seres humanos.
Teresa Antequera Cerverón