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23 May

La decisión del sindicato CESM de convocar huelga en la sanidad canaria escasos días después de firmar un acuerdo en Mesa Sectorial, con el que garantizaban la totalidad de sus reivindicaciones, supone uno de los episodios más estrafalarios acaecidos en el sector en los últimos años.
La pregunta, entonces, surge inevitable: ¿qué se pretende lograr con una huelga cuyas exigencias ya estaban conseguidas antes de convocarse? Y la respuesta solo tiene una vertiente: algo que no está entre las reivindicaciones expresadas en sus comunicados públicos, sino que forma parte de una estrategia más sibilina. ¿De qué se trata?


Si nos fijamos en la deriva elitista que la CESM ha emprendido desde hace un tiempo, en sus declaraciones dentro y fuera de la mesa sectorial, entenderemos el verdadero motivo de su huelga: erigirse como único representante del colectivo médico y lograr un escenario de negociación propio, separado del marco de la Mesa Sectorial de Sanidad. Sin entrar en el detalle nada pequeño de que malamente puede la CESM pretender ser la única representación de los médicos del sector cuando apenas un 7% de ellos secundó su huelga (406 de 5.700 facultativos), la estrategia de formar un cuerpo aristocrático que negocie sus condiciones laborales al margen de la plebe supone una auténtica declaración de guerra contra los restantes trabajadores de la sanidad y sus sindicatos representativos.
Solo desde esta perspectiva se entiende la exigencia de la CESM de reunirse a toda costa con el presidente del gobierno canario, saliéndose del marco negociador común.
Y solo desde esta perspectiva debería entenderse que la reacción de los restantes sindicatos de la Mesa Sectorial, si en algún momento ven flaquear la voluntad del Ejecutivo, sea la de promover un conflicto de la mayor virulencia en todos los estamentos del SCS, pues el peligro que tiene fragmentar la fuerza negociadora de los trabajadores es caer en la intrascendencia y, con ella, olvidarnos de nuevas mejoras para todos y que la Administración haga y deshaga a su antojo.
Existe otro factor que explicaría subsidiariamente la sorpresiva conducta de la CESM: la cercanía de las elecciones sindicales en el sector y la necesidad de mostrar a su electorado una imagen de combatividad y determinación que en estos cuatro años ha brillado por su ausencia. Pero aquí tropezarían con la memoria de los trabajadores, que no olvidan la trayectoria de la CESM y su aportación a las mejoras que se han negociado en este tiempo en la Mesa Sectorial, que no pasan de intrascendentes; como prueba, volvemos a referirnos a la minúscula participación de los facultativos en su huelga.
La CESM, pues, solo tiene un camino: desistir de su alocada carrera a la nada, desconvocar una huelga absurda y volver a la normalidad negociadora en el seno de la Mesa Sectorial. No hay más alternativa, no tienen otra opción.
En el SCS no hay sitio para minorías selectas ni para pretensiones elitistas, cuanto antes entienda esto la CESM, antes podrá recuperar el prestigio que un día tuvo.

CCOO - UGT Canarias

 

 

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