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06 Abr

Sin sacramentos...

... me sucedió el Miércoles Santo, que después de Misa y Vía Crucis por las calles de Lomo Magullo, me acerco a Cuevas de Cuba a dejar a mi acólito, y de regreso a casa, paso sobre las 23, 30 horas, por mi Parroquia y Pueblo, y ya hacia el final del mismo, por donde dicen Casa Grande,

antes de llegar a Casa Blanca, bajando hacia el Valle de los 9, me encuentro en una curva una hilera de hombres apostados, como expectantes a ver algo; vi un coche-furgón dando destellos, parado frente a una casa, y dos jóvenes con trajes reflectantes, pidiendo a los nulos coches que a esa hora pasaban, siguieran de largo, y aún desobedeciendo e intuyendo podía prestar mi auxilio –espiritual- a quien suponía gravemente enfermo o muerto, sin saber si ésta provocada o natural, le digo, parando junto a uno de estos dos uniformados con reflectantes, que un servidor era sacerdote, por si podía ejercer mi ministerio, y a lo que me negó esa posibilidad, mandándome a seguir y quitarme de allí, cosa que hice –obedecer- y mirando hacia atrás solo vi una camilla –tipo parihuela- que colocada en la acera, esperaba a enfermo o difunto.

La verdad, que no pude dormir, pensando en qué habría sucedido, cómo debí desobedecer, y cómo se me prohíbe ejercer mi ministerio de prestar los auxilios espirituales (entiéndase: Unción de enfermo, Absolución de sus pecados, Bendición, etc.). Y me pregunto: ¿es que a este nuevo personal autoritario e inhumano, se le enseña a no dejar acercar a un sacerdote, para ayudar a un cristiano que lo necesita?

Y, echando mano a la memoria: ¡Cómo recuerdo, que jamás, nadie hasta el presente, me ha prohibido ejercer mi ministerio, y ello en diversos casos parecidos en carretera, estando de por medio los distintos guardias o/y policías, e incluso la judicial, que con respeto, ya fuera un ahorcado, o un muerto cualquiera o gravemente accidentado en tráfico, siempre me han facilitado mi acceso y cercanía al que pasaba por ese trance!

Por lo que veo, aquí en Telde, ¿son distintas las cosas? Porque en los casos citados, siempre un servidor desde la moto, con casco, guantes, bufanda y guerrera, jamás fue prohibido para que administrara los sacramentos y ayuda espiritual dicha; sin embargo, anoche –escribo esto hoy Jueves Santo- presentándome al joven –cuya cara no pude ver, porque me enfocó a la mía con una poderosísima linterna, que me dejó ciego por unos segundos- le dije soy sacerdote, por si me dejas pasar, y escuchar un breve y escueto: *"¡ya está, siga, siga *(mandándome quitar de en medio)*!"*

Y ahora, ya estoy con la duda, porque supongo sería gente de salud, de protección, de no sé qué, que actúa de esta forma y manera. Todo lo que hice fue, desde el espacio que no existe, a pesar de la distancia, rezar por él, y fuera lo que fuera.

Esta mañana, temprano –por ayer- he tenido la llamada de un funerario, que me dice tener un nuevo servicio (un nuevo difunto); es, precisamente de quien he dicho lo de más arriba; no me pudo dar más datos, porque el juzgado le llamaba a la par, y cortó. Sigo sin saber algo o nada.

Pienso, que esta denuncia hecha al aire, llegue a quien debe llegar, para que amoneste a quien tan insolidariamente con el difunto o enfermo grave, me impidió –y le negó la posibilidad de recibir mi ayuda- llevar el auxilio de la fe, de la Iglesia, con sus sacramentos, que para ellos, el Sr. Obispo en la Misa Crismal, del Martes Santo, bendijo -precisamente los óleos-, incluido el de antes llamado para la extremaunción, y ahora y siempre el de la Unción de enfermos.

Se me antoja añadir: vivimos en un mundo sin fe, y ese personal, no es instruido acerca de la misión y puesto de un sacerdote en casos como los citados, y el derecho como bautizado que tienen todo católico, y aún sin serlo. Ya es hora, se instruya, y nadie obstaculice se pueda hacer, lo que siempre se hizo, y luego sea cierto lo de las esquelas: *"... falleció, después de recibir los santos sacramentos y la bendición apostólica..."*

Hoy, la Muerte de Jesús, tiene su paralelo, en la de este hermano nuestro, al que me prohibieron acercarme. Y conste, la sabiduría popular dice y sabe: el muerto oye u escucha, porque las células del cerebro, siguen vivas, unas horas más allá de la expiración; razón, por la que aún muerto, el sacerdote puede administrar los sacramentes; pero..., ahí les dejo un sucedido, que espero jamás se repita. Quien en este caso muriera, no recibió los sacramentos (aunque creo, que Cristo con su muerte, murió por salvarlo, y lo tendrá en su gloria). Así sea (Amén).

El padre Fernando Báez. (*) Sacerdote y Párroco

Modificado por última vez en Lunes, 09 Abril 2012 13:41
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