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02 Abr

Sobre el Debate del estado de la Colonia

En Canarias no hay pobres, señor Rivero, o por lo menos no tenía porque existir la situación de pauperismo que ya nos desborda: en Canarias hay una población, sobre todo de naturales, empobrecida por la política servil y colonialista que su gobierno y los que le han precedido han practicado sin miramientos ni escrúpulos en nuestra nación, sin previsiones de futuro y a sabiendas de que la situación actual era de esperar cuando se cerrara la tómbola. Ahora, como siempre, retórica y más retórica, sobre medidas para paliar una situación que se le va de las manos y que nunca se debió llegar a ella, si no fuera porque las políticas que se han llevado a cabo en esta colonia han beneficiado a las mismas castas y privilegiados de siempre, serviles y aquiescentes con los poderes fácticos que les dejan meter la cabeza en el pesebre.

Hubo una gran oportunidad cuando la bonanza económica –generación de capitales mediante la especulación del suelo– para que su gobierno invirtiera –aunque sea la masa de dinero que no se evadió hacia los paraísos fiscales– y apostara por poner en marcha un plan de diversificación de los sectores productivos, coherentes con nuestras posibilidades y potencialidades nacionales, que hace 20 años que lo canturrea de cara a la galería, pero que nunca se ha atrevido porque va en contra de los grupos financieros y empresariales que les mantienen en el poder. Sí, ahí entran muchos importadores, amigos suyos, que, con ventaja, rentan grandes beneficios que van a para a sus bolsillos particulares, compitiendo deslealmente con los sectores tradicionales y primario, que han desmantelado para imponer la especulación inmobiliaria, el deterioro de nuestros medio ambiente, el blanqueo de dinero y el empobrecimiento de nuestro pueblo.

No obstante, lo ha hecho muy bien en ese aspecto, porque primero empobrecieron a nuestra sociedad en la incultura, la desinformación, la manipulación, el consumismo, y la imitación y asimilación de otros modelos ajenos a nuestra idiosincrasia, contraproducente para el avance y la concienciación nacional de nuestro pueblo, que es la columna vertebral para la implantación de una método económico, social y político, que responda a nuestra singularidad y estructure una nación rentable, próspera y humana. Siga pidiendo limosnas a Europa y España, que su antiguo amigo de gobierno, Belicoso Soria, le chantajeará para sacar el petróleo de nuestra nación –porque para eso es empleado de REPSOL, ya lo veremos cuando salga del oficio político– asunto al que usted se plegará si se pone en peligro su gobierno, sus privilegios y su función de seguir mintiendo con un nacionalismo postizo y esbirril para impedir el avance del independentismo genuino, el único capaz –si se estructura– de llevar a Canarias al estado natural de soberanía que le corresponde. Pero su megalomanía, aunque sea un bufón de la corte, le impide ver que Canarias precisa un cambio radical para la solución de sus problemas y de nuestra gente, perpetuándose, soberbio, como rector del colonialismo en nuestra patria porque, en un Estado soberano y decente, no sería usted ni concejal de cementerios. No quiere perder el machito aunque el pueblo canario sucumba de inanición –tanto usted como los politicastros que llevan toda la vida mangoneando Canarias y haciendo de la política su medio de vida– pues su finalidad es colaborar con el estatus quo colonialista, tal y como acordaron en el Pacto del Teide.

Han tenido en sus manos todos los mecanismos para la evolución intelectual de nuestro pueblo, aunque lo han usado para lo contrario. Repartir bocadillos y almuerzos en los comedores escolares no es una iniciativa digna para un pueblo que se le presume derechos. Toda su política se ha basado en poner tiritas a la supuración de una gran úlcera y, obviamente, de gobierno mendicante pueblo mendigo.

¡Usted no tiene vergüenza ni moral!, además de ser un mentiroso patológico. Cuando aparecieron los primeros síntomas de la "crisis", una consejera de su gobierno advirtió que se iba a proceder a la diversificación de los sectores productivos... y nada, de nada, de nada. ¡Cuántas tierras de cultivo abandonadas y no es capaz de propiciar el cooperativismo para que la juventud se integre en el sector agropecuario a fin de abastecer el autoconsumo del Archipiélago! O la preparación de nuestros jóvenes para el sector de las reparaciones navales, labores que están haciendo trabajadores foráneos: portugueses, polacos... Usted no impulsa y arenga sino la pedigüeñería, haciendo psicológicamente a nuestro pueblo, incapaz y dependiente, e incentivando en su inteligencia la picaresca, el servilismo y el envilecimiento... la mismita esencia de su gobierno. Es una ignominia que, en vez de culturizar a nuestro pueblo para que se aferre a su identidad y al conocimiento de sus derechos, le endosen a través de la Televisión Canarias –paga con las perras de todos– referentes como "Pepe el analfabeto", ese esperpento que se llama "La Gala" y otras tantas emisiones dirigidas a la ignotantación y el atoletamiento, que además se usa como enchufe para los amigos y colaboracionistas del sistema, constatándose, en el suculento sueldo que gana el director Wili García por su fidelidad a la labor de distracción y deformación de la realidad colonial de Canarias, que todo funciona como la "Camorra Siciliana" (El informativo de la Televisión Canarias es una página de sucesos).

La inconciencia, desmotivación y desmovilización del pueblo canario, ante los asuntos vitales y trascendentales para la vida de las actuales y futuras generaciones, son el resultado de la política colonial –de todos los Gobiernos de Canarias– que han defendido los intereses de la metrópoli y los suyos propios contra los de la gente, mandando a la miseria y a la marginalidad a tantísimas familias canarias. En esto, no hay que olvidarlo, han participado los demás partidos, desde la oposición o sin representación, los sindicatos, las patronales y los pistoleros de la construcción. Yo no sé si la alienación a llegado al punto de insensibilizar hasta la bestialización a las masas canarias, que se van a la extinción sin decir ni "pio", incomprensiblemente porque la ley de la supervivencia obliga a luchar o defenderse para sobrevivir. Es necesario un levantamiento antes de que el depredador arrase con todos, pero observo que la gente prefiere morir en un rincón cualquiera, como si de una muerte dulce, por gas, se tratara, de lo que extraigo que la inoculación colonial la ha convertido en indiscutible autómata. "¡Qué pena!", se condolía una persona por ver la imagen de un hijo de nuestra patria que muere sobre cartones en un recoveco. ¿Y qué debemos hacer –pregunto yo– esperar a que sea un miembro directo de nuestra familia para rebelarnos? Hasta que no admitamos, reconozcamos y nos identifiquemos que la nación canaria es nuestra familia, poco podemos hacer colectivamente. Nada se puede esperar de la laya política, pseudonacionalista ni españolista definida, y tiene que ser el pueblo canario quien se organice y coja las riendas de este desmadre donde pululan vividores, ladrones, asesinos, colaboracionistas, oportunistas... Es hora de acabar con toda esta mierda que se ha blindado tras un sistema electoral injusto, tramposo, colonialista e ilegítimo.

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