Y quizá no son cuatro perras, seguramente serán unas cuantas migajas más. Pero, eso sí, no buscan dinero para los que habitamos el Archipiélago, que cada vez estamos en peor situación mientras ellos se aumentan el sueldo. Ellos se aferran al asiento en las casas donde cuelga la bandera de los perros. La de las siete lapas, hecha para disfrazarse de canarios y presentarse como gobierno de Canarias, pasando por alto cada 22 de octubre, el aniversario de la verdadera bandera Canaria, cuyas estrellas inundan nuestro cielo y cada vez son más su pesadilla. Al final, es realidad que los perros y las lapas del asiento político ya no representa ni a los que les votaron, engañados por su apariencia, ni a la España colonialista ni a las petroleras que les dieron la espalda, mientras su apatía política y su silencio cómplice los delata.
Mientras tanto, este año cumplimos 50. Cincuenta también con letras. Que son años de bandera, de las que hoy sin miedo toman la calle, la prensa, las redes, los ordenadores, las tablet y los móviles de la gente joven y la más vieja, abiertas a la dignidad y el orgullo que significa enarbolar nuestra bandera: la blanca, azul y amarilla con siete estrellas.
La bandera que ha llenado los corazones de patria. De sentimiento de Canarias, como otros no han sabido hacerlo, ni con el dinero que nos roban ni con el gastan las empresas o la propia España. Porque el sentimiento de Pueblo en Canarias tiene un sólo símbolo que lo representa. Una sola bandera. La que cumple 50 el 22 de octubre y tiñe cada corazón del Archipiélago de Canarias.
Pedro González Cánovas
Miembro de ANC