Como base para tratar muchas de las preguntas de índole científica recurrimos a una manifestación del año 1986 con el título: «Origen y formación de las enfermedades». Esta manifestación ha sido publicada en el libro de igual título y en el que se puede leer el siguiente párrafo: «Todo se basa en vibración. La vibración del cuerpo físico coincide en su mayor parte con el número de vibraciones de la Tierra, pues ambos, el ser humano y la Tierra, son materia, energía potenciada, cristalizada. La materia tiene sus volúmenes y pesos. Para la concepción humana es una sustancia compacta y real, condicionada cósmicamente e incorporada a la gran totalidad, y que tiene su función en los universos, en el infinito. Este punto de vista es relativo, pues las tres dimensiones de la materia, referentes a tiempo y espacio, pertenecen a la ley causal, la que si bien está contenida en el infinito, es realmente mantenida dentro de ciertos límites por la ley eterna».
La pregunta sobre si la coherencia del mundo se mantiene y coexiona en lo más interno, si se trata de elementos materiales o no, es un tema central de la física moderna, especialmente de la física cuántica. El físico Hans Peter Dürr, exdirector del Instituto alemán de física Max-Planck declaró al respecto: «En el fondo no existe la materia, por lo menos no en el sentido habitual. Primariamente sólo existe una relación que unifica sin una base material. También podría denominarse espíritu. La materia y la energía se manifiestan sólo en un segundo plano. En el mundo cuántico subatómico no existe objeto alguno, no existe la materia, ni sustancia alguna, es decir cosas que podamos tocar y entender». En esto vemos que la ciencia y Dios están realmente muy cerca, pues todos los procesos materiales y cósmicos están basados en la ciencia, pero también en Dios. Y no sólo porque todo está contenido en todo, sino porque Dios es el creador de todo.
Mª José Navarro