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13 Mar

Ser o tener (Capitalismo del siglo XXI)

Acciones en bolsa, bonos, fábricas, grandes empresas... Dinero. Solo unos pocos poseen y manejan este tipo de propiedades y, lo que es peor, en los tiempos que corren sus bienes alcanzan y superan otros poderes de influencia social. Es el caso de la religión, los poderes políticos, la gran flota mediática y, por supuesto, todo lo referente a la educación y cultura general.

Lo que empezó con el reconocimiento de la propiedad privada y la defensa del derecho a la acumulación, se ha convertido en nuevos alcances del poder social donde la acción requiere una frialdad especial. El nuevo capitalismo, contagia a la burguesía la pérdida de escrúpulos y una silenciosa visión social que daña irremediablemente a la clase trabajadora. La primacía del capital sobre la mano de obra, con un papel central del empresario, ha dejado de ver a las personas de la producción siquiera como un bien empresarial. Cuando la demanda de empleo supera ampliamente a la oferta, el empleado sufre una pérdida de valor y el empleador se empodera sacando la gestión más cruel en pos de un beneficio económico superior y exigiendo una ley laboral a su medida.
Cuando los legisladores ceden, en los estados que están dominados por el capital, y la parte de la producción es educada a la medida capitalista, apenas nadie alza la voz contra el sistema. De ahí la importancia de controlar el poder político y la educación, en lo que el control de los medios de comunicación tiene un papel fundamental. Así, la mentalidad materialista y competitiva tiene supremacía total y se valora más tener que ser, convirtiendo el consumismo en un justificado objetivo social. Por supuesto, la acumulación se relaciona con la valía y la escasez con la pobreza y la disfunción social. Hoy y siempre, la sociedad consumista es el estado natural del capitalismo y sus mandatos.
El peligro para el sistema capitalista de una información alternativa, de una educación donde se resalten los valores humanos y se enfrenten el ser y el tener, es tal que el control del poder mediático traspasa fronteras y ahoga a cualquiera que pretenda alzar la voz. El capitalismo y su flota mediática se valen de un sistema repetido en tiempo y espacio que consiste en ignorar, desacreditar o demonizar a quién no siga la línea marcada.
Los medios alternativos nunca deben tomar referencias de la flota mediática imperialista, siquiera para comparar. Y el ciudadano de a pie, debe combatir el virus del consumismo al tiempo de formar su opinión con los medios ajenos al sistema capitalista y su imperialismo, que somete a las personas a través de su mente y educación en ética y moral. Hay que imponer valorar por quién se es, antes de por lo que tienes y educar en ello; un modelo social más justo está en juego.

Pedro M. González Cánovas

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