Chávez se apoyó en sectores productivos públicos y privados de otras naciones, como estratagema para asfixiar al sector productivo venezolano, pensó - así lo hizo saber en varias ocasiones en su ególatra programa televisivo dominical "Aló Presidente" - que el barril de petróleo jamás bajaría, llegaría a 500$, por eso diseñó la economía venezolana mucho más petróleo dependiente que antes de él. El populismo salvaje se adueñó del país caribeño. Paralelamente, la izquierda en el nuevo mundo resurgió, digamos, forzadamente.
De 2010 al 2020 esa izquierda decayó, en la misma magnitud que decayó la industria petrolera venezolana (por corrupción y desidia), las corrientes liberales retomaron el poder, pero sus gestiones, como en el caso de Argentina, Brasil, Chile y ahora Colombia (entre otras naciones), no tuvieron el éxito esperado, en primer lugar porque enderezar las economías tienen un impacto social elevado, en segundo lugar porque el Covid devastó las economías y porque nuevamente la chequera publica venezolana engordó como consecuencia de la explotación furtiva de riquezas alternas al petróleo, con las cuales cuenta de manera tan exagerada como en "oro negro".
Cuando labramos la tercera década de este convulsionado siglo, la historia se repite. De la mano de las riquezas del castrismo venezolano se alza nuevamente la izquierda en América, eso sí, con políticos mucho más agrestes, que no ocultan sus intenciones de perpetrarse en el poder, por eso encaran una férrea lucha contra la institucionalidad que los limita y la fórmula es la tenebrosa "constituyente". @leandrotango
Lic. Leandro Rodríguez Linárez
Politólogo