Desde el ya lejano conato (...) de Ifonche hasta la fecha se ha quemado mucho monte sin que nada ni nadie haya sido capaz de apagarlo, que es la palabra adecuada y que no se le ha oído a los responsables. Pasó el fuego a La Palma, al área metropolitana dónde se actuó rápido (...), y a La Gomera, por duplicado. Y en esta isla, cuando se llegó a la estabilización, resulta que quitan medios antifuego y se reaviva: una parranda descontrolada, dirigida por subnormales que aún no han dimitido. En una sociedad civilizada los hubieran mandado al paro por ineptos; a la vista está para quien lo quiera ver.
Mientras en la clausura de los juegos (...) de London se escuchaba "Carros de Fuego" como una premonición, aquí, en lo nuestro se quemaba Garajonay y en otra cadena – también en la que sobrevive en la autonomía- se emiten películas violentísimas y muy flamígeras; de hecho, hay isleños que las prefieren antes que ver el incendio que puede acabar con sus casas: surreal, como el enunciado de este ensayo. Uno se entretiene viendo quemarse coches, tiros, el perro y a John Wayne ganándolo todo. Y, además, mucho oriental dando patadas, como si fuera un luchador de taekwondo que es deporte más elegante que la lucha canaria.
Pasemos, pues, al monólogo del jefe de seguridad o similar que con un verbo claro explica, cada día en que más monte se ha quemado, su forma de ver lo que se ve y que él no lo ve.
"...hoy, cautivo y desarmado, casi, el fuego estoy en disposición de decirles lo siguiente: el perímetro del flanco oeste está controlado y espero que a lo largo del día de hoy (...) – dada la resistencia de la laurisilva – podamos estabilizar el cauce y refrescar la zona calcinada, ji ji. (En este punto, el responsable técnico del servicio de emergencias tiene un desliz y pasa su mano por la melena con calculada lentitud y el consejero de hacienda y seguridad le dice que prosiga, Gutiérrez) Y continúa: ahora estamos en el nivel dos porque las temperaturas no han bajado. En su momento, y cuándo el perímetro se hallaba bajo mínimos, hubo que seguir el protocolo y se bajó al nivel uno. Rectificar es de sabios. No sabemos, porque nadie es infalible, dice, si habría que elevarlo al máximo nivel de riesgo aunque los datos de los que disponemos así lo indican: el 25% del Parque de Garajonay ha sido pasto de las llamas, pero el perímetro lo tenemos rodeado y, ojo, la población – hay que prever – ha sido evacuada a zonas más seguras para que lo más importante, las personas, no sufran el menor daño..., mientras, continuaremos con la labor de acoso y derribo en el área del operativo que, os lo aseguro, no llegará al mar, y cuando venga el alisio, se refrescará el ambiente y se habrá cumplido el objetivo..., como en los anteriores siniestros, ¿alguna pregunta...?"
Si, dice una becaria, ¿podría decirnos el porqué se relajó la vigilancia en La Gomera...?, pues me alegra que me haga esa pregunta y debo responderle: "la zona del perímetro está siendo vigilada, pero los hidroaviones, como son de hélice, tardan mucho desde península y hasta mañana no se incorporarán a las tareas; además, prosigue, el reino de Marruecos se ha brindado generosamente (...) con dos aparatos que están a punto de llegar. Y le digo más, no es momento de preguntar sino de ser eficaces (vuelve a acariciar su melena el jefe) y estar vigilantes para acotar las llamas; dar ejemplo en suma y seguir los consejos de nosotros, los técnicos que entendemos del asunto, ¿vale?, si. Y se hace el silencio entre los medios que asisten a la enésima rueda de prensa que sólo constata que se ha quemado La Gomera y que ellos que hasta ahora no han dimitido siguen confirmando su ineptitud. No hay más preguntas.
Y sigue el calor y el incendio que ya habrá quemado más hectáreas – en estas medidas sí que son precisos las autoridades – que antes de la comparecencia.
Para finalizar (...) releo un precioso libro que se llama Gomera, isla mágica, con perfectas fotos de Poldo Cebrián y me invade una extraña sensación de rabia e impotencia. Comprobar lo que era y lo que ha quedado en este año sin nombre, repleto de cosas negativas. Y veo, – me suele ocurrir – que escribo sobre lo que está ocurriendo y que no se ha detenido. Un crimen contra todo y contra todos que no debió producirse o, por lo menos, haberlo apagado.
Pero no dimiten.
